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PUERTA PURCHENA

La lección de Tabernas

Aún no han reparado en que en Tabernas está el gran Terence Hill y que no costaría nada traerlo al Paseo de la Fama y colocar una estrellas más en ese firmamento tan poco poblado

Ángel Iturbide

Lunes, 10 de octubre 2016, 00:38

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Anoche se cerró con éxito la sexta edición del Almería Western Film Festival celebrado en Tabernas dejando, además, una notable lección de como hay que hacer las cosas desde la base, con humildad y sin grandes ambiciones. El festival de cine de Tabernas, el que rinde homenaje a lo que en verdad fue la industria del cine en Almería, ha ido creciendo paso a paso, pero a una buena velocidad convirtiéndose en un certamen, que no digo yo sea un referente en el país, pero al que ya más de uno, de dos y de tres están volviendo la vista. El festival de cine de Tabernas no solo rinde homenaje al género del 'Oeste' -del 'Western'- también a todos aquellos que hace ya unos cuantos años tuvieron la oportunidad de hacer grande el nombre de Almería de la mano de grandes cineastas y de grandes actores. Eso que, mirando simplemente a las últimas grandes producciones rodadas en la provincia, quizás hayamos olvidado a pesar de -como se dice ahora- va en nuestro ADN. Para mi lo del festival de cine de Tabernas es humildad y el resto es sencillamente pose. A qué aspira el Almería Western Film Festival lo ignoro, pero conociendo a José Díaz, su alcalde, me atrevo a asegurar que el festival se consolidará, irá a más y al final se convertirá en un referente de los amantes del género. Todo ello con tiempo, sin prisas. Y sin prisas se apuntó el tanto de traer hasta Tabernas a uno de los más recordados del cine de aquellos años, a Terence Hill. 'Trinidad', porque para muchos será siempre 'Trinidad', aunque lo recordemos siempre con su inseparable compañero, Bud. El secreto de este festival, desde mi punto de vista, radica en la complicidad de todo un pueblo que lo ha hecho suyo. Es el festival de los tabernenses. Nació con ellos y con ellos morirá si algún día tiene que desaparecer, pero estoy convencido de que no será así. Y es el festival de la humildad. La implicación de todo un pueblo es esencial para el éxito de cualquier actividad. Y la paciencia. No ocurre lo mismo en la capital. Resultaba graciosa la referencia que hizo ayer David Baños en su crónica semanal cuando hablaba del nuevo logo del ahora Festival Internacional de Cine de Almería, vamos lo que siempre ha sido 'Almería en Corto'. Y tenía su gracia no solo lo del lagarto y el cardo borriquero como nuevo logo de un festival que empieza, sino lo de sus siglas, FICAL, que poniéndolas en Google te remite a un montón de páginas e informaciones referentes al mundo de la calderería y las tuberías industriales. Difícil va a resultar competir en este mundo. El problema del festival de cine de Almería es que no surge del pueblo como en Tabernas y que nadie cree en él. A los presidentes de la Diputación lo único que les ha importado -y mucho- es saber de qué brazo se iban a colgar para caminar por la alfombra roja del festival. Eso les pasó a Rodríguez-Comendador, a Añez, a Usero y ahora a Amat. Ahora, cuando ya no les basta con traerse a actores de dudosa valía de series españolas dan el salto a la internacionalización poniendo un lagarto y la flor del cardo borriquero como logo y componiendo unas siglas cuya similitud conduce a la calderería y las tuberías industriales. Y mientras todo esto ocurre aún no han reparado en que en Tabernas está el gran Terence Hill, que hoy empieza a rodar una película en el desierto, y que saldría gratis traerlo al Paseo de la Fama y colocar una estrella más en ese firmamento tan poco poblado. Ahora, quizás el problema está en que no ha venido de la mano de Gabriel Amat ni de su delfín Javier Aureliano García. Seguro que Bud Spencer allí donde esté, está, pero partido de risa.

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