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«Oiga, ¿es el enemigo?»

«Oiga, ¿es el enemigo?»

Dieciséis municipios esperan pactos, las órdenes de Sevilla y Madrid pueden ser determinantes

Miguel Cárceles

Martes, 26 de mayo 2015, 00:22

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Miguel Gila, uno de los humoristas más laureados del país, se libró del pelotón de fusilamiento gracias a que los soldados del bando nacional estaban borrachos y la noche, lluviosa, le permitió hacerse el muerto después del fallido disparo hacia el pelotón. Pese a todo, siempre le quedó sentido del humor para bromear sobre algo tan sumamente dramático como es la guerra. «Oiga, ¿es el enemigo?», decía con desparpajo en su actuación más recordada. Así, sin cortarse medio pelo, pedía a los adversarios que pararan el bombardeo. Que ya habría tiempo para volver a intentar matarse.

El tiempo que se abre ahora en la política provincial es el del sketch de Gila. El del parón a conveniencia. Después de granadas de mano y bombas a discreción toca tregua y armisticio. Va en ello casi una veintena de gobiernos locales en los que la ciudadanía ha asumido el pluralismo político en detrimento del tradicional bipartidismo de vasos comunicantes. Toca sentarse y negociar. Es un nuevo tiempo.

En ello va a jugar un papel determinante qué dictaminen los partidos desde sus cuarteles generales de Madrid y Sevilla. En Andalucía aún resta por saber si habrá investidura para Susana Díaz, la aspirante socialista, o si por contra el enconado escenario -hasta las municipales- acaba derivando por primera vez en la historia autonómica en la repetición de las elecciones. Una abstención por parte de Podemos o Ciudadanos se observaría como una apertura de par en par de sus candidatos a opciones de gobernabilidad similares en los ayuntamientos.

Todas las miradas están centradas ahora en Ciudadanos. Su líder nacional, Albert Rivera, ha convocado para hoy el comité nacional de acuerdos, una reunión en la que la formación naranja sentará doctrina sobre qué condiciones van a exigir a otros partidos para llegar a acuerdos. Y pese a que los condicionantes locales serán determinantes -lo avanzaba ayer Miguel Cazorla, coordinador provincial de la organización- a nadie se le pasa por la cabeza que las directrices de Almería sean radicalmente opuestas a las que dicte Rivera.

De los 'naranjitos', como los definió el diputado del PP almeriense, dependen dos de los gobiernos más fuertes de la provincia de Almería. Son los de la capital y Roquetas de Mar. Solo el apoyo de esta formación a los candidatos del PP o la explícita negativa de los naranja a apoyar candidaturas alternativas permitirá a Gabriel Amat y Luis Rogelio Rodríguez-Comendador volver a gobernar en sus ciudades. Y en Cuevas del Almanzora, donde Jesús Caicedo (PP) ha perdido la mayoría absoluta y ha empatado a diez escaños con el PSOE de Antonio Fernández. Todo está ahora en manos de Miguel Cazorla y los de su partido, cuya actuación decidirá estos gobiernos.

Los más difíciles

  • Enix. Cuatro partidos tienen representación en este ayuntamiento de 7 concejales. PP y PSOE podrían liderar mayorías con Ciudadanos e IU. El PP solo requiere de un concejal para obtener la mayoría absoluta.

  • Huércal de Almería. Siete formaciones han conseguido representación. Se requieren 9 ediles para la mayoría y el PP solo tiene 6. Un pacto antinatura PP-PSOE sería suficiente, pero todo apunta a, como mínimo, un tripartito.

  • La Mojonera. La agrupación de electores Tod@s ha sido la vencedora de las elecciones por seis votos. Sin embargo, su relación con el PSOE (un único edil) no es la más deseable. No se puede descartar un gobierno en minoría.

Ahora bien, mucho tiene que decir, en cualquier caso, en función de la posición que mantenga Ciudadanos, Izquierda Unida. Pese a que muchos la daban por muerta, la infructuosa convergencia de los nuevos movimientos sociales surgidos al calor del 15-M la han convertido en una fuerza determinante en múltiples ayuntamientos. En Roquetas de Mar serían determinantes a la hora de conformar una mayoría alternativa que arrebatara el Gobierno a Gabriel Amat. También en la capital. Y además, de su posición frente a los pactos dependen ayuntamientos como los de Adra, Dalías, Níjar, Turre, Chirivel o Líjar. En todos estos núcleos sus concejales podrían conformar gobiernos de mayoría de izquierdas.

Rosalía Martín, coordinadora provincial de IU, es partidaria de que la actuación de su formación impida gobiernos de derechas. Eso, a priori, supondría el apoyo expreso a diversas investiduras socialistas por el territorio provincial. Prefiere no hablar ahora mismo de pactos. «Es un día para reflexionar. Hay tiempo, habrá que ver qué ocurre en Andalucía y en España, observar las especificidades de cada lugar... Actuaremos en consecuencia», aseveraba ayer a este diario.

PA y PSOE podrían conformar mayorías en Vera y en Vélez-Rubio. En el primer caso, la candidatura que encabeza el andalucista Félix López es la formación más votada de las dos. Y un acuerdo bipartito relegaría al PP a la oposición. En Vélez Rubio el PA es clave para una mayoría liderada por populares o por socialistas. Son los dos ayuntamientos en los que el PA va a continuar teniendo una fuerza suficiente.

El caso más paradigmático de un pacto sin necesidad de pacto es el de Carboneras. Ahí no hace falta llamadas al estilo Gila. Salvador Hernández daba ayer por hecha la reedición del acuerdo con el PP -venido a menos, se queda con solo dos concejales- para continuar gobernando el municipio levantino al margen del PSOE de José Luis Amérigo, que ha ganado dos concejales en estas municipales. «Seguiremos con el pacto», sentenciaba ayer el regidor.

Es la excepción. Y como Gila no entendía de excepciones -hablaba de tú hasta con el mismísimo Bill Clinton en un perfecto castellano castizo- la tregua está abierta. Aunque de todas estas conversaciones puedan saltar chispas.

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