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El tren de la vida

El tren de la vida

Torres Jerez abre la puerta grande con una destacada faena a un notable toro de Adolfo Martín

JUANJO AGUILERA

Domingo, 1 de marzo 2015, 01:27

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Almería, ya se sabe, anda floja en comunicaciones. El proyecto del 'AVE' parece dormir el sueño de los justos, un viaje a Madrid en tren supone bastante más del doble de lo que suele 'costar' hacerlo en coche. Las oportunidades se cierran en banda, perjudicando siempre a los menos pudientes. Paco Torres Jerez hizo ayer cosas para que el objetivo previsto no se convierta en un proyecto más que cae en saco roto. El torero almeriense se enfrascó, con la inestimable ayuda de José Gabriel Olivencia, en una afrenta importante. El hecho de encerrarse con seis toros debe ser calificado con el adjetivo de gesta y lo que hizo, en el cómputo global, debe tener la respuesta a un gesto importante, el de encerrarse a diferentes encastes, con batallas perdidas sin que lo parezca y batallas ganadas pareciéndolo.

Torres Jerez triunfó por número de orejas y también por actitud, pese a que le puso hacer daño la responsabilidad de tener que triunfar, cuando el festejo arrancó. Sin embargo, por aquellas razones -la de la actitud-, por no dejarse nada en el tintero, el diestro almeriense, que reaparecía tras su gravísima cogida de octubre en Cajabamba, tiene en el bolsillo el billete para el tren que pretende coger y que le permita llegar al objetivo planteado cuando se pensó en esta gesta. El problema de Almería son las 'comunicaciones', lo que tarda el tren en llegar a Madrid. Si el que debe llevar a Paco Torres Jerez a Las Ventas tarda más o menos, solo lo sabe el tiempo.

La responsabilidad

Lo cierto es que el festejo se podía dividir en dos partes. Una primera en la que estaba la responsabilidad como un enemigo que, sin pitones, no permitió al almeriense bajar la mano, estar a gusto. La 'presentación' de Torres Jerez, con el primero, comenzó con dos largas cambiadas y vistoso toreo a la verónica en los medios, ejecutados con mucho gusto.

Se lució el diestro con un galleo por rogerinas, ejecutado a un toro con clase, pero escaso de fuerzas, condición esta que influyó negativamente en el posterior desarrollo de la lidia, porque esta no duró mucho y permitió poco. Mientras aguantó en pie el burel, el almeriense intentó hacer las cosas bien, con pausa y toreo basado en los detalles, casi siempre por el pitón derecho. Pudo haber tocado pelo, pero aquella sentencia suya antes del festejo de que al paraíso se llega a través de la espada se cumplió y no pudo abrir la tarde despojándose de esa responsabilidad.

Con el segundo, perteneciente al hierro de La Quinta, no tuvo la misma suerte con los aceros y puede que tampoco con las actitudes, pese a que trató de imponer su oficio, pero casi sin brillantez. Pero se encontró con un toro exigente que respondió a su encaste 'Santa Coloma', para pedir firmeza por encima de todo. Torres Jerez tuvo que tragar saliva para lidiar a su segundo, con el que comenzó con la franela con una primera tanda con la franela, dando pausa, marcando los tiempos ante un animal que miró y se coló en un par de ocasiones, que pedía pelea y el único diestro del cartel trató de ir al 'cuerpo a cuerpo', pero sin demasiada suerte.

Con el tercero, que fue el primer sobrero al arrastras los cuartos traseros el de Lagunajanda, Torres Jerez trató de recuperar con la muleta el terreno perdido en el tercio de varas, al que condujo al toro con un galleo por chiculinas. Su actuación fue notable con la rodilla genuflexa, sacando buenos muletazos, aunque sin encontrar la ligazón, más por defecto del animal que por intenciones suyas. Torero, por el pitón izquierdo, estuvo lucido con los adornos, sobre todo con un 'abaniqueo' con el que cerró la última tanda.

Alma

Lo sucedido en el tercero dio pie a un nuevo espectáculo. Paco Torres Jerez, autodespojado de la responsabilidad fue otro. Ayudó el toro de Adolfo Martín, un astado noble y bravo con el que el almeriense perdió la pelea en el inicio. Con el percal, mandó el astado, pero con la franela el discurso fue el de Paco Torres Jerez que 'empató' el partido y le pudo para ser él el que hiciera la faena. Lo entendió para meterlo en la 'canasta', con buenas tandas por el pitón derecho, sobre todo por ese pitón, marcadas por el temple, perfectas en la distancia, limpia, no dejando que el burel 'aprendiera' -el más mínimo roce de la muleta le hubiera descompuesto la obra-, consintiendo sin consentir, enseñando sin enseñar. Faena con mucha ligazón y armonía, que no tuvo tanta brillantez con la izquierda, aunque sí una firma importante a la hora de utilizar los aceros que le permitió cortar las dos orejas.

Con la puerta grande en el bolsillo, toreó más cómodo. Si en un festejo de esta índole se exige algo del diestro es variedad. Con el quinto, se mostró versátil con el percal desde el recibo a portagayola, pasando por los faroles en el tercio o un vistoso quite por cordobinas. Con la franela estuvo mejor en las primeras series, pero con el paso se quedó en un trasteo intermitente, marcado por la predisposición y no dejarse nada.

Con el que cerró plaza, un toro noble, que colaboró mucho a pesar de acabar rajado, a Torres Jerez no le faltó exposición y predisposición para redondear la tarde. Comenzó con las dos rodillas en tierra y toreó -otros dan pases- en una fase con la muleta con la mano derecha, con mucho temple, gusto y sentimiento. Le faltó redondear por el pitón izquierdo. De todas formas, ya había cogido el billete al tren de la vida, el de su vida.

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