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Una vistosa media marca 'Morante de la Puebla' al cuarto de la tarde, al que el sevillano le cortó las dos orejas.
E-na-Mo-ran-te

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Morante abre la puerta grande con una faena embrujada; Manzanares y Talavante, por torería

JUANJO AGUILERA

Lunes, 21 de julio 2014, 00:57

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La tarde estaba saliendo propia de un coso como el roquetero, al que aún le falta tiempo para que vaya tomando el poso del buen toreo, para que cuaje el conocimiento para dar los 'premios justos', ya sean por triunfos como por fracasos. Se entremezclaban los 'silenciosos' aplausos a un torero con los 'ruidosos' pitos al toro. Se daban orejas por faenas con cierta importancia, pero a las que se le pueden poner 'peros', se congelaba el aliento por un descuido tras buen toreo. Todo estaba pasando 'tan normal' que era una tarde más. Pero acabó siendo una tarde de relumbrón, de toreo con mayúsculas y nombre propio, el de José Antonio Morante de la Puebla, que cuajó una faena para el recuerdo.

  • Segunda corrida de la Feria de Santa Ana

  • Plaza de Toros

  • Las Salinas de Roquetas de Mar. Cartel de no hay billetes en el coso roquetero en tarde con viento que no molestó mucho a los diestros.

  • Ganado.

  • Toros de Juan Pedro Domecq, el primero bis lidiado como sobrero, bien presentados y de buen juego en general. Destacó sobre todo el quinto de la tarde.

  • Diestros.

  • Morante de la Puebla (perla y plata), dos pinchazos sin soltar y estocada (palmas) y estocada (dos orejas, tras aviso); José María Manzanares (corinto y oro), estocada caída (dos orejas) y estocada recibiendo (dos orejas), y Alejandro Talavante (catafalco y plata), pinchazo y estocada (una oreja) y estocada (una oreja).

  • Presidencia.

  • Adrián Salmerón actuó como presidente, asesorado por Ramón Magaña, en la parte artística, y por Mario Vázquez, en la veterinaria. En banderillas se lució Juan José Trujillo, perteneciente a la cuadrilla de Alejandro Talavante, por sus dos muy buenos pares al sexto toro de la tarde.

El torero sevillano sacó su propio catecismo, cada torero suele utilizar el suyo. José María Manzanares, por ejemplo, se encargó de hacer dos faenas de un mismo corte, con mucha técnica, basando ambas en el entendimiento del animal y Alejandro Talavante es más de toreo hierático y 'quietista', también con capacidad para rectificar a tiempo, por más que sufriera un revolcón feo, pero sin consecuencias. Morante es de embrujo, el de la escuela sevillana, pero con un aroma en el que se impone, por encima de todo, el pellizco en cada lance con el capote o en cada muletazo que consiguió componer el torero sevillano.

Morante de la Puebla no tuvo suerte de salida porque en su primer turno se encontró un toro que por falta de fuerzas tuvo que ser devuelto y el sobrero no permitió su lucimiento. Manso, sin casta, rehusó la pelea y solamente dos tantas 'mimosas' y muy templadas del de La Puebla, por el pitón derecho, dieron lugar para pensar que podría haber algo, pero el de Juan Pedro Domecq, que arroyó a Bejarano, se apagó y hasta se tendió en un par de ocasiones antes de que Morante le diera pasaporte, no sin problemas, por la nula colaboración del burel.

Se desquitó en el cuarto de la tarde con una faena imborrable para los cerca de 9.000 espectadores que estuvieron en coso de Las Salinas para la segunda tarde de la Feria de Santa Ana. El de La Puebla del Río embriagó con su toreo. En la presentación del cartel de la Feria de Santa Ana, Morante de la Puebla dijo que había deudas pendientes, en alusión a aquel 'desacuerdo' entre él y la empresa, en 2009, en el que se fue desde el mismo patio de cuadrillas minutos antes de que realizaran el paseíllo, dejando el festejo en un mano a mano entre el almeriense Ruiz Manuel y el malagueño Salvador Vega.

Este domingo saldó con creces lo que él calificó como una deuda. Hizo un 'reset' en toda regla con una actuación de lujo desde el encuentro. El toro, con clase, sirvió de 'inspiración' y a partir de ese momento llegó el toreo a la verónica, una media superlenta en su ejecución y un bello quite por chicuelinas. Con la franela llegó la 'embriaguez' de una actuación sencillamente memorable en la que, con la torería como condicionante, se lució con los ayudados de inicio en una faena 'in crescendo'. Muy por la derecha, sin que el muy signifique un defecto, su toreo hondo por ese pitón tuvo el corte de una gran faena. Los cambios de mano, los molinetes, los trincherazos y hasta un farol con la diestra no hicieron más que darle brillo a una faena para el recuerdo que además 'animó' a sus compañeros de cartel para sacar a la luz dos buenas 'obras'.

Dos faenas distintas

José María Manzanares cuajó una buena faena al primero de su lote, que tampoco ofreció demasiada colaboración, pero el diestro alicantino sigue posicionado en el 'pódium' de los que saben sacar partido a sus toros. Manzanares consiguió lo que se propuso en base a un toreo con mucha firmeza, en el que fue manejando la embestida de un juampredro falto de fuerzas al que dominó hasta meterlo en el canasto. El diestro alicantino estructuró la faena con buen toreo en redondo, con tres circulares invertidos, el tercer con un cambio de mano que terminó de dejar 'encandilado' al respetable.

Importante fue también la que Manzanares cuajó con el quinto, tal vez el mejor toro del encierro. Diferente a la del primero porque entonces toreó a 'merced' del toro -donde el de Juan Pedro quiso- y en el segundo mandó él el lugar en el que componer una faena. Llevó a cabo una faena muy pulcra, en la que el animal no encontró su propósito de tocar la muleta. Siempre a la distancia, siempre templada, el alicantino supo darle tiempo y distancia para ser el dueño del ruedo, con buenos pasajes por el pitón derecho, antes de matar recibiendo.

Estoico

Ahí demostró la firmeza de su toreo con una tanda de manoletinas ajustadas, sin titubeos que pudieron darle algo más de premio de no ser por su fallo a espadas.

Lo que le faltó lo puso con el que cerraba plaza, donde surgió el único toreo de capa de Santa Ana, con lances por verónicas muy bien abrochadas y el remate de una gustosa larga en el centro del ruedo. Alejandro, que siempre se luce en Roquetas, lo consiguió también por con un quite con gaonera y pases de frente por detrás.

Una faena que se brinda a Rafael de Paula no puede tener mal final y no la tuvo. Talavante, estoico y quieto, sacó su repertorio de muletazos ajustados por ambos pitones para tocar pelo tras una buena estocada.

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