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El paso de San Juan y María Magdalena, María de Cleofás y María Salomé, en la calle Cubo, uno de los puntos más atractivos de la Semana Santa. AROA GARCÍA
La Señora brilla en su procesionar, cerrando la Semana Santa

La Señora brilla en su procesionar, cerrando la Semana Santa

La Soledad salió desde la iglesia de Santiago para hacer estación de penitencia en una noche fría pero más calmada, que permitió lucir su esplendor por la ciudad

AROA GARCÍA ACEDO

ALMERÍA

Domingo, 1 de abril 2018, 01:14

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Después de la tarde que se llevaba, parecía imposible que se calmara como se calmó.

A las 9 de la noche, la iglesia de Santiago esperaba con impaciencia la salida de su Señora, la salida de su hermandad, y el viento empezaba a amainar.

La Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de los Dolores, la Soledad, empezó su estación de penitencia.

Cuatro nazarenos de túnica de cola recogida, escapulario y antifaz negro, con el escudo de la hermanad en el antifaz, un corazón traspasado por 7 dagas, símbolo de los dolores de María, comenzaron el cortejo de esta hermandad, custodiaban y daban paso a la cruz de guía que, a las 9 de la noche, salía de su sede canónica; y tras ella, una novedad de la hermandad, el Grupo de Capilla Santo Reino de Jaén traía sus sones para la noche de nuestro Viernes Santo, dándole solemnidad al inicio del cortejo.

El viento que toda la tarde sopló de manera incontrolada, al caer la noche dejó sólo una brisa, molesta y muy fría, pero mucho más llevadera que la anterior que se vivió toda la tarde.

El viento dio una tregua y la Soledad tuvo un recorrido tranquilo

Un banderín de terciopelo burdeos, con al imagen de San Juan, el patrón de la Juventud, comenzó el tramo infantil de la hermandad, muy numeroso y compacto, con un orden y un silencio llamativos para los pequeños, que precedían el paso de San Juan. Un detalle importante, los niños y jóvenes son los que preceden al paso, son ellos los que acompañan a su patrón, un lugar privilegiado que les otorga la hermandad a sus hermanos mas pequeños.

Una alegoría que nos traslada al momento en el que, después de dejar a Jesús en el sepulcro, volvían, y vimos en ese momento a José de Arimatea, a Nicodemo y, en la parte más adelantada y como figura central, a San Juan. También los acompañan María Magdalena, María de Cleofás y María Salomé, en un momento solemne y de duelo, pues volvían de dejar al Señor, situación que plasmó Juan Manuel Miñarro en estas bellísimas imágenes.

Y aquí pudimos empezar a ver las primeras velas encendidas de la noche de Viernes Santo, los celadores y diputados de tramo pudieron encender los cirios de los nazarenos, la noche había quedado calmada.

Y delante del paso de San Juan, otra novedad, los capataces y auxiliares este año han cambiado. Los hermanos Basilio y Agustín García Navarro se han hecho cargo de estas cuadrillas de la hermandad.

En el segundo tramo, nazarenos de negro, que seguían portando luz en sus manos, que nos marcaban el camino hacia María, y que fue abierto por una cruz parroquial flanqueada por dos faroles de luz.

Un número nutrido que acompañaba a La Soledad por su discurrir por las calles, y que portaban dos insignias marianas en este tramo, dándole importancia a la Madre de Dios.

El estandarte de la hermandad, y el Libro de Regla daban paso a la presidencia de la hermandad que acompañaba a la Señora, que venía precedida por el cuerpo de ciriales y acólitos.

Un balcón de la plaza Masnou, sitio elegido por El Morato para cantar sus dos saetas

Y, después, ella, La Soledad, una Virgen pequeña, en un paso recogido, sin palio, que nos dejó ver su belleza en la noche del Viernes Santo, que tuvo encendida su candelería, que el viento nos permitió ver su cara iluminada.

Delante del paso, Daniel Pérez, que forma parte del grupo que los hermanos García Navarro forman este año al servicio de la hermandad para hacer que los dos pasos salgan majestuosamente por las calles de Almería.

Y un detalle, un gran gesto y digno de recoger: detrás del paso, pegadito a la Señora, acompañado por dos acólitos, el consiliario de la hermandad, Francisco Escámez, ataviado como requiere la ocasión, iba tras su Señora de la Soledad, rezando el rosario. Por todo el itinerario, en cualquier esquina que te pararas, él estaba allí, con las decenas de devotos que iban detrás de La Soledad también, rezando con ellos, pidiendo con ellos.

Y tras Ella, tras La Soledad, se terminaba un Viernes Santo más. Y a los cofrades nos espera un año entero de sueños e ilusiones a la espera de una nueva Semana Santa.

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