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Mercedes Cabrera, madre del ministro José Guirao. A. CÁCERES
«Nunca me imaginé que mi hijo llegara a un cargo como este»

«Nunca me imaginé que mi hijo llegara a un cargo como este»

Mercedes Cabrera, de 92 años, se enteró del nombramiento de Guirao, su hijo pequeño, porque otra hija le llamó desde Madrid para contárselo

MIGUEL CÁRCELES

ALMERÍA

Viernes, 15 de junio 2018, 03:19

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Mercedes Cabrera hizo ayer una excepción y se pasó el día entero frente al televisión. «Ahora mismo no le puedo atender, está mi hijo en la tele». Pero por la tarde, pese a los nervios, la situación anómala, todo lo que supone que un hijo haya conseguido llegar tan alto, hizo un alto entre canal y canal para sacar brillo de una intacta memoria pese a los 92 años que soplan como un vendaval sobre el almanaque de su vida. «Me enteré de que le habían nombrado ministro porque me llamó una hija mía que vive en Madrid. Un amigo se lo había dicho a ella, y entonces me llamó a mí para decírmelo», recuerda natural, sencilla. Por la mañana, algunos vecinos se acercaban a su vivienda para felicitarla, para desearle suerte. «Pude hablar con él por la noche. Y le dije que estaba muy nerviosa. Y él me dijo que él también lo estaba. Pero claro, era un día de mucho ajetreo, de mucho jaleo».

Madre de cuatro hijos, alumbró a José Guirao, el pequeño, en su casa de Pulpí. «Esto era un pueblo muy pequeño. Aquí no había hospital. Ni aquí ni en toda la zona». A día de hoy, los más cercanos están en Huércal-Overa y Lorca. Entonces esto era sólo una entelequia. «Fue una alegría cuando le tuve. Igual que con los otros, mucha alegría».

Cabrera, esposa de Lucas 'el de la gasolinera', como todo el mundo la conoce en Pulpí, recuerda a su hijo, el ahora ministro de Cultura y Deportes, siempre entre libros. «Desde los diez, doce o catorce años, siempre iba ya maquinando esas cosas. Le gustaba mucho leer, era muy buen estudiante y estudiaba mucho». Por eso, Guirao estudió. Primero en Madrid, después en Murcia -mucho más cerca, podía incluso ir en tren desde Pulpí-. Y de ahí, muy joven, a la política. «Sí, en los ochenta fue concejal. Y estuvo en cultura. Siempre le gustaba».

Pero sus recuerdos se extienden a los veranos de baños en las playas de San Juan de los Terreros. «Las tenemos muy cerca, llevábamos allí a bañarse a los críos». A las constantes visitas de Guirao a casa cada vez que consigue hilvanar un puñado de días contiguos, a un joven que desde siempre luchó por crecer en un entorno a veces tan hostil como el de la cultura y el saber y que lo hizo con méritos. En su casa guarda con especial esmero una foto de Guirao de la que pocas personas pueden presumir en España. En ella se ve al joven 'Pepe' -casi nadie de su entorno utiliza el José de sus documentos de identidad- tras haber recibido la medalla que le atestigua como caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. «Es un galardón que le dieron en Francia por lo bien que había hablado de la cultura francesa», rememora orgullosa, sin titubear, diestra y afable.

«Los momentos con él son todos muy felices. Viene mucho por aquí, bastante. Muchas veces al año, para verme», dice serena. Y efectivamente así lo atestiguan sus conocidos: San Miguel -las fiestas patronales- navidades, verano... Siempre que hay hueco, hay una visita de José a su tierra natal. «Triste no tengo ni un solo momento con él. El único momento verdaderamente triste fue cuando murió su hermano, mi otro hijo». Bernardino. Se fue joven, no llegaba a la cincuentena, tras una vida dedicada a la medicina en su vertiente más solidaria: colaboraba con oenegés en países en vías de desarrollo. «A veces venía después de meses durmiendo en el suelo y muy delgado».

Pese a la enorme responsabilidad, ahora Mercedes podrá ver más a menudo a su hijo. Aunque para ello tenga que hacerlo a través del televisor. «Nunca me imaginé que mi hijo llegara a un cargo como este, tan complicadillo para el trabajo». Espera que le vaya bien -es lógico-. Y los consejos, como hacen siempre las madres con las preocupaciones, también se los ahorrará a José. Su hijo es ministro, pero ella sigue siendo sólo -y es mucho más que bastante- su madre.

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