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La salida de la Macarena siempre resulta emocionante.
Inolvidable despedida del Lunes Santo Macareno por las calles de la ciudad

Inolvidable despedida del Lunes Santo Macareno por las calles de la ciudad

La Cofradía bajó el cielo a la calle de las Mercedes para que todo el gentío sintiera a Dios en cada detalle de la procesión

JOSÉ LEYVA CUESTA

Martes, 11 de abril 2017, 02:58

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Siempre he defendido que la tarea de una hermandad cuando se hace cofradía es la de evangelizar en la calle, siempre he creído que mi labor como cronista, como espectador de la realidad que supone la Semana Santa, es tratar de complementar esa evangelización yendo más allá de la mera narración de los hechos para, en la medida de lo posible, plasmar también sentimientos. Pero claro, esto solo es posible si el hecho que vas a narrar te ha provocado algún tipo de emoción... Pues prepárense, que ayer Macarena me hizo llorar como hacía tiempo que lo necesitaba con una cofradía. ¡Qué arte! ¡Cuánto Dios vi ayer saliendo de San Ildefonso a las Mercedes!

Llegué media hora antes de la salida y, mientras hacía las primeras fotos y memorizaba las primeras sensaciones, trataba de imaginar cuál iba a ser la linea argumental por la que iba a ir esta crónica. Que si los músicos de Torredonjimeno haciéndose fotos con la Macarena porque, el año que viene, puede que no vengan a Almería en tarde de Miércoles Santo, que si este ha sido el último Lunes Santo Macareno, que si las palabras del consiliario dedicando la primera levantá a los cristianos coptos que ayer fueron asesinados en Egipto son una reflexión sobre por qué hay quien se empeña en matar en nombre de Dios cuando Dios lo último que desea es que sus hijos se masacren... ¡¿Para qué?! Si luego, cuando se abrió la puerta de la iglesia, se me desmontó todo y el mismo Dios me dijo «Sentimientos, Pepe, te vas a hinchar de sentimientos».

El primer rayo de luz que, desde la calle, se coló por la ranura de las hojas creando un contraluz con la penunbra del interior de la iglesia, La Cruz de Guía elevándose sobre un mar de capirotes morados, el diputado repartiendo los cirios desde en medio de las filas con su carro, los aplausos cuando las puertas se abrieron por completo, otro contraluz del cuerpo de ciriales envueltos en una profusa nube de incienso, ¡El olor a incienso! Javi, el Latas, regalando cariño a los costaleros de la Sentencia, vítores a la Macarena desde los palos del misterio, nervios en los ojos azabaches bajo un antifaz de presidencia, una prominente tripa embarazada con su túnica vestida, zapatos macarenos a juego en el cortejo, balcones repletos de impaciencia ¡Y de Esperanza! Y un paso enorme que asoma a la calle a reírse de las leyes de la física navegando sobre un mar de lágrimas de emoción.

Santa Cruz, Marcha Real y Viacrucis de Salud, trabajo, derroche y tronío costalero... Los tópicos del folclore, sí, pero cuajaditos de Dios. ¡Y pellizco!

Cuando me quise dar cuenta estaba embobado, disfrutando del caminar del paso de misterio atravesando la calle de Las Mercedes. Me sorprendí a mi mismo como un loco con el dedo en el disparador de la cámara y disfrutando de la puesta en escena del cortejo Macareno y del marco incomparable que le confiere la estrecha primera calle de su itinerario. Lo necesitaba, necesitaba liberarme de tensiones profesionales y darme el capricho de ser un cofrade más. Que así es como florecen las emociones que luego quiero e intento relatarles.

Comenzó a salir el tramo de penitentes de la Esperanza, los antifaces verdes macarenos; Dos nuevas hileras de cirios y un muy numeroso, como siempre, cuerpo de mantillas. Y, entre ellas, amigas, conocidas y esperanzas: María Salinas, María del Mar, Cinthia... Que nunca os vuelva a decepcionar la vida, que siempre sintáis el cariño donde no creeríais encontrarlo.

Divina belleza

Los ciriales anunciaron la inminente salida del palio macareno. Dentro de la iglesia sonó el llamador y desandé mis pasos para volver a plantarme frente a la puerta de la iglesia. Javi trajo a la Señora al dintel y volvió a respirarse en el ambiente esa emoción que se te coge en la tripa y produce un cosquilleo fácilmente reconocible.

Me recreé con los rayos de sol iluminando la candelería del paso y luego el palio que, tan primorosamente, está bordando Galetti y que, este año, aparte de la trasera ha estrenado el nuevo recorte de las bambalinas laterales con su definitivo fleco de bellota. Me ensimismé con la divina belleza de la Virgen Macarena y me eché la cámara a a cara ansioso por capturar en una imagen toda la emoción que me desbordaba.

Sonó el himno, irrumpieron los aplausos y comprendí por que la calle de las Mercedes es tan estrecha: Para que te choques una y otra vez con pinceladas de cielo.

Siempre Macarena, la nueva marcha dedicada a la Señora comenzó a fluir entre los instrumentos de Torredonjimeno y, del terrado de la casa de los padres de Cristian y Jorge, comenzó a llover una petalá que me conmovió casi tanto como las manos que, estiradas, salían de las ventanas tratando de acariciar los varales de la Virgen.

Y yo con la cámara en la cara, encuadrando el cielo, los pétalos, la mano y el palio, y la Virgen dándome con el respiradero en la espalda a cada paso de la cuadrilla, Un golpecito, otro golpecito, compás... Sí, Macarena, deja de achucharme para preguntarme, que, sin lugar a dudas, ayer tu cofradía me llevó de nuevo a tu lado y no sabes cómo lo disfruté. O bueno, sí que lo sabes.

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