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A mi edad y tan ingenuo

El ministro habló claro y repitió varias veces (también lo hizo Rafael Hernando) que habían perdido toda credibilidad en Almería y que estaban dispuestos a recuperarla o que, por lo menos, así lo iban a intentar

Ángel Iturbide

Lunes, 10 de abril 2017, 03:25

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No les voy a decir que sufriera una especie de síndrome de Estocolmo, que ni de lejos, pero el caso es que cuando salí de la reunión que el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, tuvo a bien mantener el lunes pasado con los responsables de los medios de comunicación pensé que esto había cambiado, que las formas en el PP se habían humanizado y que parecían que, por una vez, se acercaban al terreno del resto de los mortales.

El ministro habló claro y repitió varias veces (también lo hizo Rafael Hernando) que habían perdido toda credibilidad en Almería y que estaban dispuestos a recuperarla o que, por lo menos, así lo iban a intentar. Cuando me levanté de la reunión lo hice con el convencimiento de que habíamos perdido mucho tiempo, años, y que no lo íbamos a recuperar, por lo que lamentarnos serviría de muy poco. Creí que había que ser más racional y razonable y que lo mejor era tener una actitud positiva de cara al futuro. Hemos perdido un montón de años y eso no tiene vuelta de hoja. Nos han maltratado en materia de infraestructuras ferroviarias durante mucho tiempo y eso ya no lo cambia nadie. No debemos olvidar, pero tampoco recrearnos en nuestra desgracia o en los agravios de los que hemos sido objeto. Por eso me dije, vale, hasta el 2023 no tendremos AVE, según el anuncio del ministro; pues bien, seamos positivos y miremos adelante. De acuerdo, no vamos a tener obras durante dos años, pero luego las vamos a tener todas de golpe y nos vamos a hartar hasta que durante el año 2023 el AVE llegue a la estación del ferrocarril. Esa buena sensación con la que salí de la Subdelegación del Gobierno me duró muy poco. Un ministro me la creó y otro me la quitó. Pocas horas después de la marcha de De la Serna fue Cristóbal Montoro quien acaparó titulares con la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2017. Cierto es que nunca llueve a gusto de todos, pero lo que ocurrió con la provincia de Almería ya no es que no llueva es que ni siquiera salpicó. De la Serna dijo que el PPdebía recuperar la credibilidad y Montoro se cargó tan loables deseos. Los presupuestos para Almería se han reducido nada más y nada menos que en un 80% con respecto al año pasado. Almería recibirá solamente 40 millones este año, cifra ridícula para una provincia como Almería.

El PP a nivel nacionaltiene la suerte de que en esta provincia tiene un granero de votos enorme, aunque la tendencia sea a la baja, y por eso se permite estos lujos. YAlmería tiene la mala suerte de que el PPen esta provincia no tiene voz (ya no digo voto, ya quisiéramos) para protestar y clamar contra años de injusticia y maltrato. El PPtiene la suerte de que en esta provincia la sociedad no se moviliza y de eso se vale, aunque la cuerda siempre tiene un tope y si se sigue estirando se rompe. YAlmería y el PPtienen la mala suerte, además de todo lo anterior por si no fuera poco, de tener políticos a los que esta provincia les importa muy poco (o eso parece). La senadora Rosario Soto analizó el martes los datos del paro y no tuvo ni escrúpulos ni sentido común ni pudor para afirmar que «la aprobación de los PGE es una buena noticia para que Almería siga creciendo y creando empleo». Gabriel Amat volverá a presentarse a la presidencia del Partido Popular, pero antes debería poner en su sitio a más de uno para que dejen de ofender a esta tierra. Ojo, y no se pierdan la foto de Diego Clemente, diputado de Ciudadanos por Almería votando a favor de estos presupuestos. Menudo sapo el que se tiene que tragar.

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