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PUERTA PURCHENA

Almería no quiere tren

Ángel Iturbide

Lunes, 27 de febrero 2017, 01:52

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Los almerienses parece haber decidido ser una isla, una especie de la Galia de Astérix, y dejar que los avances vayan llegando por sí solos, por la sola evolución de los tiempos. Esta idea es algo que muchos vamos madurando desde hace años, pero los últimos acontecimientos la van apuntalando al ADN provincial y, en breve, la apatía y el dejar hacer almerienses serán unas características más de este pueblo que incluso pueden llegar a recogerse en la Wikipedia. La Mesa en Defensa del Ferrocarril de Almería lo tiene complicado, muy difícil, y es loable su tesón y empeño cuando hay motivos más que suficientes para abandonar y dedicarse a cosas más gratificantes.

Algunos se han volcado en ese intento inútil por movilizar a la sociedad almeriense, por conseguir que a los ciudadanos se les revuelva las tripas por algo, pero todo ha sido baldío. Se empezó con concentraciones para pedir mejores conexiones ferroviarias; para demandar mejores trenes; exigir que las obras del AVE se reanudasen; que los tiempos de viaje a Madrid se acortasen; que las personas con discapacidad pudieran subir con sus sillas a los trenes. La respuesta a estas convocatorias dieron pena. Pero pena no solo porque esas reivindicaciones tan minoritarias ya se veían que no llegarían a ningún lado; pena porque no deja de ser lamentable contar con una sociedad tan laxa a la que poco parece importarle nada. Se continuó con concentraciones más folclóricas acompañadas de actuaciones vistosas y regalo de hortalizas, pero muy poco cambió. Al final se optó por trasladar la protesta al corazón de la ciudad, a la Puerta Purchena, y a una hora buena para todos (las 19 horas), pero Almería volvió a alzar la voz para con su silencio decir que no quiere el tren. Un nuevo fracaso y un nuevo mensaje demoledor. Los almerienses no se movilizan por nada, parece como si todo les diera igual y no hace falta que vengan sociólogos a explicar las razones de esta actitud, lo que haría falta es investigar qué le mueve al ciudadano de esta provincia.

La concentración del miércoles supuso un nuevo fracaso para los convocantes y para los que allí acudimos. Lo que no acabo de comprender es cómo los políticos de turno, con el alcalde a la cabeza, se someten a semejante ridículo sin sonrojarse; más grave aún, haciendo declaraciones que luego nada tienen que ver con la realidad y no haciendo absolutamente nada por movilizar a esta perezosa sociedad por algo tan básico y tan de derecho como la mejora de nuestras comunicaciones, que no solo nos beneficiará a nosotros a la hora de viajar, sino que tendrá un beneficio enorme para nuestra economía una vez que llegar a Almería sea más fácil y económico de lo que es ahora. Declaraciones que abochornan a cualquiera. En el lugar de la concentración y el mismo día de conocerse que empresas del AVE han pedido romper el contrato una vez que el Partido Popular ha paralizado los proyectos de Almería el secretario general del PP y vicepresidente de la Diputación Provincial, Javier Aureliano García, venía a decir algo así como que la situación era de vergüenza. Hace falta tener muy poca o incluso ninguna para participar en una protesta de estas características y hacer semejante afirmación. Al final que Mariano Rajoy paralizara las obras al llegar al Gobierno en 2011 (y así hasta ahora) va a ser culpa de todos menos de quien gobierna. Gabriel Amat apuesta porque en 2020 el AVE estará en Vera. Difícil, pero da igual: Almería no quiere tren.

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