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María Monje es natural de Melilla, tiene 36 años y es la primera mujer bombero del parque de Almería.
«Me he preparado durante cinco años para ser bombera, opositar da miedo, ciertamente es un salto al vacío»

«Me he preparado durante cinco años para ser bombera, opositar da miedo, ciertamente es un salto al vacío»

María Monje, bombera

MARTA SOLER

Lunes, 6 de febrero 2017, 02:04

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Su vida laboral ha estado vinculada a la actividad física. Es de Melilla, pero se desplazó en 1998 a estudiar a la Universidad de Almería. Una vez concluidos sus estudios trabajó dentro y fuera del país. Después ese abanico laboral -la última ocupación como monitora de esquí en Sierra Nevada- decidió invertir muy buena parte de su tiempo para opositar y apostar por convertirse en bombera. Para ello, se preparó concienzudamente durante cinco años hasta que, finalmente, en agosto recibió la buena noticia. Había superado las pruebas y debía entrar en la academia para recibir una última preparación de cara a su firma de cargo como funcionaria del Cuerpo de Bomberos de Almería. Otras compañeras vendrán, espera, a trabajar al parque almeriense, pero ella siempre será la primera bombera de Almería.

Invirtió cinco años de su vida en sacar estas oposiciones. Deben de ser duras...

Son bastante duras y ocupa mucho tiempo. Sobre todo, para mí, que tengo 36 años y tengo dos hijos. A mi edad, todo el tiempo que no inviertes en trabajar o hacer currículum es perdido, porque si no has hecho nada transcurrido ese tiempo, es difícil que alguien piense en ti para ofrecerte un trabajo. Ciertamente, opositar es una inversión que da miedo. Es un salto al vacío.

Y pasado todo ese tiempo, se la juega a una carta...

Te lo juegas todo, sí. Es conveniente tener un plan 'b' pero, por otro lado, cuanto más tiempo dediques al plan 'b' se lo quitas a la oposición. Ese pensamiento siempre te acecha.

¿Qué ha sido lo más duro?

El factor psicológico. La presión de la edad y el futuro que te juegas en este proceso. Es muy duro pensar que no sabes si vas a conseguirlo, esa incertidumbre y, por otro lado, tienes que apartar ese pensamiento negativo para que no te afecte y te deje seguir avanzar. Para mí lo más duro ha sido, además, lidiar con la familia e intentar sacar tiempo para entrenar y estudiar todo lo que necesitaba.

¿Cómo son las pruebas físicas?

Las pruebas son muy duras. Yo siempre he sido deportista y tengo un cuerpo atlético que me responde bien. Eso, unido a un entrenamiento correcto y a buenas pautas de estudio me ha ido bien. El nivel de las pruebas físicas exige mucho. Dedicación total. El entrenamiento que realizas es como si fueras deportista profesional. La mitad del día lo pasas entrenando y eso exige mucha concentración, porque te tienes que superar en cada entrenamiento y sufres físicamente mucho. Es duro, pero es muy importante tener una guía. Yo estuve los tres primeros años a mi aire, yo sola, y ha sido un punto de inflexión encontrar un entrenador y meterme en un grupo de clases. Tienes una guía, un referente que te va indicando el camino y tener esa referencia es fundamental. Estar con otro grupo de opositores motiva mucho. Entre todos nos apoyábamos.

¿Había otras chicas que opositaron con usted?

Sí. Cuando empecé a estudiar contacté con un bombero que daba clases, Jorge Sañudo, que se desplazaba al Levante para dar clase un día a la semana y allí conocí a otra chica. En total, estábamos tres, pero el resto cayó en las pruebas físicas.

¿Se diferencian en algo las pruebas físicas para mujeres con respecto a las que han de superar los hombres?

Las pruebas son las mismas, pero varían las marcas. En todas las oposiciones a las que he ido es así aunque no se deja de ser exigente. Por ejemplo, el mínimo de dominadas para aprobar son 13 en el caso de la mujer y 16 para el hombre. El 'press' de banca, en el caso de las mujeres, tenemos que levantar 40 kilogramos, lo mismo que los hombres, pero nosotras realizamos 18 repeticiones como mínimo y los hombres 21.

Pues no es tanta la diferencia...

La diferencia es pequeña, sólo. Las pruebas son, ciertamente, duras.

Pero desde agosto, todo el esfuerzo ha merecido la pena, ¿no?

Sí. En agosto supimos quiénes habíamos superado las pruebas y a mediados de septiembre comenzamos un curso de formación que concluyó en enero. El día 23 firmamos el cargo y el día 24 ya debuté.

¿Y cómo le ha ido en estos cerca de 14 días?

Muy bien. He actuado en el incendio de un trailer que tuvo lugar en Ruescas a las cuatro de la madrugada, también en el incendio de un vehículo en Pescadería y en otro que se produjo en un contenedor a mediodía en El Alquián.

Ahí tendrán ahora mucho trabajo. La quema de contenedores está a la orden del día...

Por desgracia sí. Se han quemado mucho y no me parece bien, y menos que sea por la diversión de alguien. Sin embargo, siempre se prefiere actuar cuando no existen daños personales, que es lo más desagradable. Queremos ayudar a resolver la vida de los demás, pero cuando vas a una intervención y sabes que no puedes hacer nada porque hay desgracias humanas, o se ha quemado ya la vivienda, es lo peor.

Los bomberos están muy bien valorados. Se les considera un cuerpo amable...

Sí. Nuestro trabajo consiste en ayudar. Otros, como los agentes de Policía, por ejemplo, ayudan pero deben aplicar la norma y, en ocasiones, tienen que sancionar. Los bomberos estamos para tratar de solucionar un problema.

¿Cómo se organiza el trabajo?

Tenemos turnos. Trabajamos 24 horas y a los tres días volvemos a trabajar. A lo largo del año tenemos otras jornadas de refuerzo para cumplir el mínimo de horas que se exige a los funcionarios.

Tiene dos hijos. ¿Cómo consigue conciliar su trabajo con su familia?

De momento, bien. He conocido a una chica, a través de una amiga, que es un tesoro. El día que yo estoy fuera ella se ocupa de mis hijos y de la casa, y duerme con ellos.

¿Qué opinan sus hijos de su trabajo?

Ellos aún no me han echado cuentas, porque llevo tanto tiempo opositando que lo de bombera lleva ya mucho tiempo en casa. He intentado conseguirlo en Almuñécar, en Málaga, y siempre venía con suspensos. A partir de ahora, cuando no me vean estudiar, será cuando se den cuenta de que ya es una realidad. A mí me sucede igual. Estás acostumbrado a no hacerte ilusiones y, cuando apruebas y es como que sigues en ese estado de frialdad. Aún no me he dado mucha cuenta.

Es la primera mujer bombera de Almería. ¿Está el parque adaptado para las féminas?

Me han habilitado un vestuario, que es el que usaban las limpiadoras, que son las únicas mujeres que están allí además de mí ahora. Cuando estamos de guardia y nos echamos a descansar un poco, lo hacemos en dormitorios dobles y ahí si duermo junto a otro compañero.

¿Qué tal con ellos, con sus compañeros?

Bien. En mi turno hay gente veterana y los veo con punto protector que me agrada bastante. Cuando tengo que trabajar con una persona de mi edad o menor veo que les cuesta más buscarme como compañera, acercarse. Entre ellos se entienden mejor y conocen los códigos masculinos.

Bueno, como todas las novedades, tendrán que adaptarse porque esta novedad ha venido para quedarse...

Por supuesto. Espero que vengan muchas más compañeras detrás de mí y demostrar, así, que estamos capacitadas para realizar este trabajo, que nos gusta y que disfrutamos haciéndolo.

¿Cómo imagina su trayectoria profesional?

Me gustaría ser una buena profesional y coger años de soltura. Todos los que hemos entrado somos buenos estudiantes, pero a lo mejor no tenemos tanta soltura en el oficio. Quiero ser, en primer lugar, una buena profesional y promocionar todo lo que pueda.

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