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Miguel Cárceles
Miércoles, 19 de octubre 2016, 00:41
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Hace apenas una década, cuando usted iba a una oficina bancaria le ofrecían una hipoteca por el 100% del valor de la vivienda y un piquito más para amueblarla. Entonces, con la promoción inmobiliaria en plena burbuja, no era extraño encontrar en cualquier calle de cualquier barrio de cualquier pueblo de Almería dos o tres sucursales bancarias. Algunas de ellas de origen tan lejano como Galicia, Asturias o Canarias. De aquellos tiempos no queda casi nada. Caja Burgos, Cajasol, la CAM, Cajamadrid, Caja Murcia, Caixanova, la Kutxa o Banco de Valencia eran auténticos transatlánticos financieros que, a día de hoy, han sido pasto de las fusiones; y con ello, del cierre de sucursales.
Según la cifras oficiales del Banco de España, Almería ha perdido desde septiembre de 2007 -fecha en la que se inició la crisis internacional de las hipotecas 'subprime'- y hasta el último boletín estadístico, fechado en junio de este año, un tercio de las oficinas de entidades financieras que poblaban sus ciudades y pueblos. Concretamente 474 oficinas distribuidas por toda la provincia de Almería de las 1422 que había entonces han bajado la persiana definitivamente.
Fusiones y banca electrónica
Gran parte de estos cierres han venido derivados de un menor negocio vinculado con las finanzas, el empréstito y los valores. Pero la mayor parte ha venido provocada por los procesos de fusión interbancaria a los que el regulador español, el Banco de España, ha conminado a las entidades financieras. La Caixa, por ejemplo, absorbió a Cajasol, Caja Burgos o Caja de Ahorros de Navarra. Y muchas de sus oficinas se encontraban a pocos metros de otras de entidades que ahora eran suyas, por lo que en estos casos, normalmente, se ha suprimido una de estas oficinas. Algo parecido ha ocurrido con otras de las financieras absorbentes (Banco de Sabadell, BBVA, Santander, Bankia, BMN, Unicaja o Cajamar). Otras tantas, esencialmente las que tenían su negocio bancario concentrado en otros territorios del Estado, acabaron por irse. Fue el caso de Liberbank (fusión de Caja Castilla-La Mancha, Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria). Y por último, el cambio en las tendencias comerciales -muy escorado hacia el negocio de la banca electrónica- dio una última puntilla. A día de hoy, el número de sucursales abiertas no llega al millar: 948.
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