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La 'Desbandá', la llegada a Almería y los bandos de Gabriel Morón

La 'Desbandá', la llegada a Almería y los bandos de Gabriel Morón

Miles de malagueños fueron asesinados en su huida por la carretera costera y los que llegaron fueron acogidos por los almerienses

VÍCTOR J. HERNÁNDEZ BRU

Sábado, 1 de octubre 2016, 23:56

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El próximo 8 de febrero de 2017, se cumplirán 80 años de uno de los acontecimientos más trágicos, crueles y criminales de la Guerra Civil Española: la llamada 'Desbandá' o lo que en su día fue bautizado por el doctor Norman Bethune como 'el crimen de la carretera Málaga-Almería'.

El golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y los primeros meses de la Guerra Civil habían provocado una configuración geográfica, en Andalucía, con Málaga aislada del resto de la zona republicana.

De hecho, la Almería republicana sí disponía de salidas directas hacia la zona del Levante, bastión fundamental de la fidelidad al gobierno democrático, pero tan sólo la carretera de la costa servía de enlace con Málaga, pero no dejando de ser una carreta accesible con facilidad para los bombardeos desde el mar, el aire y también desde los montes que se asomaban a ella.

Málaga, además, era una provincia poco 'cercana' a la propia República, puesto que el dominio de la plaza correspondía fundamentalmente a anarquistas y comunistas, que en varias ocasiones recibieron reproches y censuras gubernamentales por los actos de desórdenes que se sufrían en la ciudad.

Unos actos que reforzaron el odio por parte de las tropas sublevadas y de la burguesía local, que habían sufrido asaltos, quemas y saqueos en sus propiedades.

No en vano, tras la toma franquista de Málaga, se vivió la que ha quedado como la peor represión de la población republicana vivida en la guerra, junto con la de Badajoz.

La toma de Málaga

En ese comienzo del año, las tropas mandadas por el general Queipo de Llano comenzaron a ganar terreno en la provincia de Málaga, reforzadas y apoyadas por las escuadras italianas en ella destacadas y por la aviación y los buques fondeados frente a las costas malagueñas. En esa tesitura, apoyada por el desorden y el pánico que cundió entre las fuerzas comunistas y anarquistas en la ciudad, ante el avance de las tropas sublevadas, provocó la salida de emergencia y precipitada de miles de malagueños hacia la que era la única vía natural para escapar del conflicto y la represión.

Hombres y mujeres, niños y ancianos, personas civiles que poco o nada tenían que ver con la guerra cruel que se estaba desarrollando, tomaron la carretera de Almería con la esperanza de huir y escapar de una muerte segura por el único lugar por el que podían hacerlo.

Mientras tanto, la aviación italiana y los buques Canarias, Almirante Cervera y Baleares, se aproximaron a esa carretera y apuntaron hacia ella con sus bombas y sus ametralladoras, provocando el caos y el miedo en cada kilómetro.

El resultado no es fácil de calcular y ha quedado diluido en horquillas exageradamente amplias para la historia. Las versiones más repetidas hablan de entre 3.000 y 5.000 muertos, asesinados todos ellos de manera impune y bajo la excusa de una guerra que poco tenía que ver en la mayoría de los casos de estos fallecidos.

También perdieron la vida en esa carretera un gran número de militares que huían de la pérdida de la posición y autoridades republicanas, tanto de Málaga como del resto de poblaciones por las que atravesaba la monumental y extraordinaria caravana, tanto en Málaga como en los límites de Granada.

Acogida en Almería

A su llegada a la provincia de Almería, los miles de refugiados y desplazados supusieron un grave problema de abastecimiento, de orden público y de controversia social para la capital, que no estaba preparada para acoger a un número tan elevado de exiliados.

El gobernador civil, el cordobés Gabriel Morón, del Partido Socialista, que durante la Guerra Civil y el mantenimiento de su cargo destacó por la publicación de bandos con los que se dirigía a la población, instándole a comportamientos cívicos y solidarios. En este caso, tras intentar alojarlos en lugares públicos como el Teatro Cervantes y otros edificios institucionales, se solicitaba a los almerienses que albergaran a los 'camaradas' en sus hogares, haciendo gala de la solidaridad almeriense. Sin embargo, el volumen de la tragedia, la amplitud de la masa desplazada desde Málaga, hizo obligatorio que muchos de ellos fueran trasladados a otros destinos, sobre todo poblaciones del Levante español, muchas de ellas más preparadas para hacer frente a este tipo de situaciones provocadas por el conflicto bélico que se estaba desarrollando en el país.

La prensa almeriense reflejó tales bandos y en concreto el que se dirigía a la población solicitando la solidaridad con los desplazados malagueños, a los que también se les exigía entregar las armas, en los casos en los que las portaban.

También la prensa aludió, durante meses, a la buena convivencia que mantuvieron los almerienses con los refugiados malagueños. Como ejemplo, Konsomol, 'Órgano del Consejo Provincial del Socorro Rojo Internacional de Almería', es decir, órgano comunista, destacaba en sus páginas, el 1 de mayo de ese año, las labores humanitarias del propio Socorro Rojo, entre ellas, por ejemplo, «el sostenimiento y evacuación de fugitivos de Málaga y su provincia, auxilio a camaradas enfermos, etcétera».

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