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Sergio González Hueso
Lunes, 8 de agosto 2016, 00:54
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«Querida Toñi, esa obra es de Endesa, que está cambiando la infraestructura que tienen para que no haya cortes de luz. Por la zona en la que se encuentra, los trabajos necesitaban una serie de permisos arqueológicos que no se solicitaron y por eso la Junta de Andalucía las ha paralizado hasta que se aporten esas autorizaciones. Saludos».
Con este párrafo contestaban desde la cuenta de Facebook del Ayuntamiento de Almería responsables municipales. Lo hacían atendiendo a una queja amarga que una vecina de la calle había estampado en el perfil del Consistorio en dicha red social, en la que adjuntando varias fotografías se manifestaba indignada ante lo que calificó como «vergüenza».
La historia es la que sigue: debido a unos problemas con el suministro eléctrico, que provocaban en la zona de Pablo Iglesias cortes continuos de luz, el Ayuntamiento instó a la empresa a que solventara cuanto antes el problema, que requería de unas obras de canalización eléctrica en la calle El Pueblo. «Apresuradamente», tal y como reconocen fuentes municipales, ni cortos ni perezosos y con la autorización del Consistorio, el pasado 8 de julio operarios de la empresa suministradora empezaron unos trabajos que consistían en abrir una gran zanja central para revisar instalaciones referidas a un grupo electrógeno.
Sin tiempo para hacer poco más que obstaculizar el paso al viandante, al poco de iniciarse una actuación que se suponía breve, una inspección de la Delegación de Cultura de la Junta detectó que la obra no se ajustaba a la normativa vigente. Se había iniciado sin las pertinentes catas previas imprescindibles al ser la afectada una zona de protección arqueológica.
Tres días después de haber comenzado, la actuación de Endesa autorizada por el Ayuntamiento a través del área de Servicios Municipales, fue paralizada. Los operarios perimetraron la zanja abierta y ubicaron unas pasarelas para darle salida a las casas que habían quedado 'atrapadas'. Así, los operarios abandonaron la calle sin haber vuelto por allí desde entonces.
Un mes ha pasado y todo continúa de la misma guisa. Si bien, la mitad de las vallas están actualmente sobre el surco que divide en dos la calle, legando una esperpéntica imagen que tiene a los vecinos malhumorados ante las «incomodidades» evidentes. Estas representan sobre todo la pérdida total de accesibilidad de una calle peatonal que está franqueada por algunas oficinas y varias casas, donde además viven eminentemente personas mayores. Esto, sumado al riesgo que supone tener abierta una zanja de varios metros de profundidad frente a domicilios familiares, hace que los vecinos clamen para que el Ayuntamiento haga algo mientras se tramitan los permisos correspondientes.
En eso está el equipo de gobierno, que espera a que no se alargue demasiado un proceso burocrático que no acaba de cumplimentarse. Siendo agosto un mes complicado para el 'papeleo' los vecinos instan a que, al menos, se cierre la gran abertura existente. Pues esta lleva un mes ya junto a sus casas, amenazando su integridad y afeando esta estrecha calle cercana a la concurrida Pablo Iglesias.
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