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En busca de un gobierno 'imposible'

En busca de un gobierno 'imposible'

En lo que nadie ha pensado es en un gobierno con todas las fuerzas representadas

DAVID BAÑOS

Domingo, 7 de febrero 2016, 01:20

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La encuesta del CIS ha venido a confirmar lo que les contaba la semana pasada acerca de la situación por la que atraviesa la política nacional. Y es que unas nuevas elecciones, a las que nos vemos abocados salvo sorpresa, no traerían consigo un panorama menos complicado y convulso que el actual. El único cambio destacable está en el avance de Podemos, que adelantaría al PSOE y se convertiría en segunda fuerza, por detrás del PP. Sin embargo, las cuentas seguirían sin salir a la hora de formar un gobierno y elegir un presidente. Partido Popular y Ciudadanos no podrían reunir suficientes diputados como para no depender de nadie más al frente del ejecutivo. Lo mismo sucedería con el partido de Pablo Iglesias y el de Pedro Sánchez, suponiendo que este último fuese el candidato en una nueva convocatoria electoral. Y es que al líder del PSOE sólo le queda una bala en la recámara porque si no consigue la investidura será nominado por los 'grandes hermanos' de su formación. Así son las cosas en política y no parece que vayan a cambiar. La 'lideresa' andaluza espera paciente su turno, confiada en que su cartel tendría más tirón desde Tarifa hasta la playa de La Concha, desde el Cabo de Gata hasta Finisterre y desde el delta del Ebro hasta la frontera con Portugal.

Ya están viendo que unas nuevas elecciones no nos conducirían a un escenario mejor que el actual, salvo que, como asegura Sánchez, el sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas esté «caduco porque desde enero han pasado muchas cosas».

Por ejemplo, la 'macro redada' contra la corrupción en el PP de Valencia. Tampoco debería olvidarse el secretario general de los socialistas de que en Andalucía acaba de dimitir el interventor general de la Junta, Adolfo García Fernández, que pronto tendrá que comparecer en la comisión parlamentaria que investiga el fraude de los cursos de formación. La cosa no se queda ahí, porque tres días antes había dimitido otro alto cargo socialista, el viceconsejero de Igualdad, Juan Jesús Jiménez.

Ya están viendo que en nuestra comunidad también sopla con fuerza el viento de levante y de poniente. Incluso los populares están viendo cómo las aguas se vuelven turbulentas en su principal caladero de votos. Distintos medios de comunicación nacionales (El País, la Ser, Telecinco o La Sexta) han situado sus objetivos sobre el presidente provincial, acusándolo de haber beneficiado presuntamente a familiares directos desde el Ayuntamiento de Roquetas de Mar.

Amat y el partido

¡La que se ha montado con este asunto! Muchos apuntan a que todos estos movimientos podrían partir desde dentro del propio Partido Popular. Los 'peperos' ya tienen experiencia en hacerse el harakiri en Andalucía. Por cierto, ¿qué celebraban algunos políticos del PP el pasado viernes por la noche en la capital? ¿El carnaval? Según me cuentan, no llevaban antifaz.

Se me antoja complicado que en sólo unos meses pudiera producirse un vuelco radical en la intención de voto de los españoles, que permitiera gobernar con cierta comodidad a uno o dos partidos más bien afines. Pero nuestros representantes siguen sin captar qué significa el tan manido 'cambio'. A estas alturas, casi 50 días después de las elecciones, sigo sin entender la estrategia de Rajoy y su partido.

El presidente en funciones y candidato del PP ha vuelto a hacer lo mismo de siempre. Él y los suyos confían en que dejando pasar el tiempo las cosas se arreglan más fácilmente. Mariano ha desaprovechado dos reuniones con el Jefe del Estado sin tomar la iniciativa para afrontar el debate de investidura como protagonista. A pesar de ser el más votado no, cuenta con apoyos. La mayoría 'absolutísima' del Partido Popular durante la pasada legislatura y la práctica habitual de pasar el 'rodillo' han convertido al gallego en un actor de reparto en estos momentos.

En el caso de Podemos, su líder sigue instalado en la arrogancia, aunque es cierto que ha bajado un poco el tono. A Pablo Iglesias y sus compañeros se les ve el plumero. Íñigo Errejón lo ha reconocido esta misma semana: «Humildemente, no nos iría mal» en unas nuevas elecciones.

¿En qué quedamos? ¿Quieren intentar un gobierno de izquierdas o prefieren que se repitan los comicios? La posibilidad de seguir creciendo seduce tanto que cuesta resistirse a subir uno o dos peldaños más. Es la erótica del poder. Dentro de los círculos morados no descartan adelantar también al PP, hasta subir a la primera plaza del pódium electoral.

Yo me pregunto si habría alguien dispuesto a subir a la atalaya de Podemos para cerrar un pacto de gobierno en esa hipotética situación. De momento son ellos los que acaban de romper las negociaciones con el PSOE, justo una semana después de ofrecerles formar un gobierno de coalición con Iglesias de vicepresidente y unos cuantos ministerios para los suyos.

¿Han visto las fotografías de Pedro Sánchez y Albert Rivera juntos? Ya que se acerca San Valentín -con la mejor de las intenciones-, parecen un par de enamorados. Por ahora son los únicos que se entienden en medio de esta jungla en la que nadie parece capaz de abrirse camino.

El caso es que las instantáneas gustan en Bruselas, donde apuestan por la moderación frente al radicalismo de otras opciones. No se engañen, Pedro y Albert sólo pueden quedarse en el 'postureo'. Por muy buenas intenciones que tengan, por mucho que ellos quieran, las matemáticas son infalibles y noventa más cuarenta suman ciento treinta. A ambos les falta la friolera de cuarenta y seis escaños para conseguirlo a la primera. En segunda convocatoria las cosas serían distintas, ya que la abstención de Podemos o del PP permitiría la investidura del candidato socialista. Es muy difícil que esto ocurra, por no decir imposible. Lo que sería de ciencia ficción es que un ejecutivo con tan pocos apoyos llegara a comerse los turrones las próximas navidades.

Gobierno de concentración

Lo dije en esta misma sección hace unas semanas: «En lo que nadie parece haber pensado es en un gobierno de concentración en el que estén representadas, en función de sus porcentajes, todas las fuerzas políticas que configuran el nuevo parlamento. A simple vista puede parecer descabellado, o tal vez no. Lo que está claro es que vivimos un momento nuevo y los ciudadanos quieren soluciones diferentes para resolver los problemas de nuestra sociedad. Esto podría entenderse por todos como una apuesta por el interés general, por encima de los de su partido. ¿Alguien se atrevería a dar este paso?».

El caso es que esta posibilidad podría estar relacionada con aquella demanda histórica para algunos de las listas abiertas. Imaginen que cada uno de nosotros pudiera entregar su voto a sus candidatos preferidos, con independencia de la formación a la que pertenezcan. Puede que entonces no quedara más remedio que tener un presidente de un color y unos ministros con otras ideas distintas. Es como en el trabajo, en el equipo de fútbol o en las reuniones de vecinos. Cada uno es de su padre y de su madre, pero al final todos tienen que ponerse de acuerdo, pues las cosas no se hacen solas y los problemas precisan de soluciones.

Piénsenlo, ¿a ver qué les parece? Aquí no estamos como para perder el tiempo. Esta semana se han echado a la calle los agricultores porque los precios no han acompañado a lo largo de toda la campaña. Mal vamos, si al principal sector de nuestra economía no le salen las cuentas. El paro agrario fue secundado por todas las empresas agroalimentarias, señal de que hacen falta medidas que mejoren la rentabilidad de todos los agentes del campo almeriense.

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