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Caricatura de Rafael Hernando (PP), Luis Rogelio Rodríguez-Comendador (PP), Ana Pastor (ministra de Fomento, PP) y Juan Carlos Pérez Navas (PSOE) junto a un AVE.
Estrategia descarrilada

Estrategia descarrilada

El PP depositó toda su estrategia de legislatura en Almería en la culminación de la A-7, para la que apenas quedaban una treintena de kilómetros en la costa granadina

Miguel Cárceles

Domingo, 4 de octubre 2015, 02:13

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Los nervios son traicioneros. Y las comparaciones odiosas. Ambas cosas las han podido corroborar los almerienses en los últimos días. Lo primero, por la propuesta del senador y alcalde de Almería Luis Rogelio Rodríguez-Comendador de montar una línea de buses lanzadera para llevar a los almerienses a Granada y que, una vez allí, puedan montarse en un tren propio del siglo XXI. Y lo segundo, porque en la misma semana en la que el regidor lanzaba esta venturosa propuesta, su jefe de filas, Mariano Rajoy, llegaba en un flamante tren AVE a las populosas -permítaseme la sorna- estaciones de Palencia y León. «Con la puesta en servicio de estos 166 nuevos kilómetros de AVE se está también contribuyendo a una España más y mejor vertebrada», decía el presidente del Gobierno.

En el PP andan nerviosos. Lo de Cataluña -el sorpasso de Ciudadanos, su ridícula representación parlamentaria y el sopapo que vienen recibiendo elección tras elección desde que empezara este año convulso de votaciones- es un elemento que atañe más a Génova 13. Allí, Hernando y Matarí son partícipes de una situación que se antoja compleja pero que Rajoy toma con visible parsimonia gallega. «Tiene un chubasquero increíble, le resbala la lluvia», me dijo hace tiempo, en una charla coloquial, un estrecho colaborador suyo -de fuera de Almería, evitemos suspicacias-.

Los hay que no tienen ese enorme chubasquero y que también se juegan las lentejas, en cierto modo, en las elecciones de final de año. Entre ellos Comendador. Aunque tenga asegurado el salario de Alcalde, para el que el Ayuntamiento ha reservado una remuneración de 76.147,26 euros al año por si dejara de cobrar del Senado, a falta de que se den a conocer las listas del PP a las generales no hay quien dude de que Comendador seguirá como cabeza de lista en la papeleta sepia. Necesita credenciales, como el resto de sus compañeros. Y las andan buscando en un río demasiado revuelto.

El PP había fiado toda su estrategia de reelección -en Almería- a dos argumentos básicos: la crisis y la A-7. La primera servía como alegato de base para cualquier tipo de medida, por drástica que fuera. Reforma laboral, recortes sociales o parones en obras de absoluta prioridad como la línea ferroviaria con Murcia. La A-7, un monumento a cómo una obra puede eternizarse hasta el infinito -incluso superando a su prima hermana del interior, la A-92- sería el gran logro que exhibir ante los votantes: una carretera decente para llegar a Málaga.

El tiro, centrado, no parece haber salido de forma tan calculada como preveían. Las premisas populares han fallado en la base: no son incontestables. El propio Rajoy contradecía a los diputados y senadores de su partido en la inauguración del AVE a Palencia y León: 1.600 millones de euros de inversión. Aproximadamente lo que quedaría por desembolsar para acabar, con ciertos recortes, la línea entre Almería y Murcia, donde en cambio pararon las máquinas. Tres años de freno absoluto en la construcción de la línea de AVE almeriense, una nula mejoría en la convencional (la que usan los Talgo) y un buen puñado de averías recientes en las máquinas que hacen el viaje a Madrid han sido un cóctel molotov que ha hecho estallar en mil pedazos la paz social de la que cómodamente disfrutan los políticos almerienses. Contestación popular a pocas semanas de las elecciones. Si algo puede salir mal, saldrá mal: pura Ley de Murphy.

Así, con Califal, Asafal, Mesa del Ferrocarril y un buen puñado de iniciativas sociales más mostrando las vergüenzas de un servicio de tren que va a dejar a Almería como la única capital de todo el arco mediterráneo que no tendrá AVE a finales de este año, en el PP andan como pollo sin cabeza intentando buscar soluciones urgentes a algo que no tiene otras que no pasen por gastarse una buena 'sartená' de billetes. «En Almería no hay otra solución más que el cemento», me comentaba un colega ingeniero muy vinculado al ferrocarril, que un servidor no habla solo con políticos.

En pocos días, senadores y diputados populares tienen prevista una reunión con altos cargos de ADIF. Esperan que haya algo que poder ofrecer como alternativa, al menos hasta que llegue el AVE. Y en este contexto, la propuesta de Comendador de una línea lanzadera que lleve a los almerienses a Granada para montarse en el AVE no es sino una ocurrencia a la desesperada después de tres años en los que sus jefes tenían otras prioridades en infraestructuras. Además, muy perniciosa: supone decir a las claras que de aquellos barros (los de no invertir), estos lodos (todos al bus).

Por suerte, frente a ellos cuentan con un PSOE que se ha reactivado pero que no ha sabido sacar rédito al freno de mano impuesto por Ana Pastor a una obra que ellos sí que mantuvieron viento en popa -igual que las deudas pendientes... viento en popa-. De haber sabido tirar de argumentos sólidos habrían contradicho al PP desde el primer día cada vez que sus representantes alegan que antes de que el AVE llegue a Almería tiene que llegar a Murcia. En Galicia hay un AVE interno que les agiliza el viaje a Madrid gracias a un cambiador de ancho en Orense. Lo mismo se podría haber hecho en Almería, más necesitada de trenes que León o Palencia.

En pocas semanas se pondrá en marcha la obra del único tramo contratado esta legislatura, entre Pulpí y Vera. Entonces, el PP de Almería tendrá de nuevo un argumento, aunque apenas sea de 12 kilómetros.

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