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La ilusión y la alegría llenaron de ambiente esta actividad.
Alegría y libertad al timón de un velero

Alegría y libertad al timón de un velero

Los participantes en el campamento Juventud y Discapacidad de la FAAM vivieron una aventura en alta mar

INMACULADA ACIÉN

Sábado, 5 de septiembre 2015, 00:29

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Quien no ha querido tomar el timón de un barco alguna vez y comenzar a surcar las olas, disfrutando del viento en el rostro, el sol en los brazos y encima hacerlo en buena compañía. Eso es lo que ayer vivieron la veintena de participantes del campamento Juventud y Discapacidad que está desarrollando la Federación Almeriense de Asociaciones de Personas con Discapacidad (FAAM) desde el pasado martes y hasta hoy sábado.

Esta actividad es sin duda la que más ilusiona y atrae la atención de los participantes, todos jóvenes pertenecientes a una de las 18 asociaciones que forman parte de la FAAM. Así, desde media mañana, los jóvenes fueron embarcando en Talismán, el velero de la asociación Psiconáutica, encargada de llevar a cabo esta actividad, en el puerto deportivo de Aguadulce.

En esta línea, las actividades en el medio acuático poseen unas características muy específicas que favorecen el desarrollo cognitivo, motor y afectivo-social de las personas con discapacidad o pertenecientes a cualquier colectivo vulnerable.

Así y como señaló Pilar Mostaza, psicóloga e integrante de la asociación Psiconáutica, «la terapia en el mar es una actividad novedosa de carácter rehabilitador y terapéutico, en el que se aprovechan los beneficios que proporciona el ambiente marino sobre la salud y que tiene como objetivo trabajar la auto percepción a través de las emociones, de acercar un medio poco accesible, conocer los beneficios del medio marino sobre las personas con discapacidad, sobre todo de gravemente afectados, y buscar una utilidad innovadora».

Sensación de bienestar

El contacto con el mar y a bordo de un velero potencia en los participantes la sensación de bienestar. Así y como explicó María Cecilia Petelén «ir en barco e ir al mando del timón me gusta, me hace sentirme bien, me permite ver el mar y la playa diferente y aprender a manejar el timón que es algo que pensaba que no sabría hacer».

Asimismo, Marcos Valdivia, otro de los jóvenes participantes, miembro de la asociación El Saliente, explicó que para él las sensaciones de participar de esta actividad, algo que ya ha hecho cuatro veces y que le encanta «son sentir la libertad, sentir la brisa del mar, vivir una experiencia totalmente diferente a lo que hago normalmente, además de que hace que me sienta contento, a gusto, bien y feliz». Un cúmulo de sensaciones que explican muy claramente el motivo por el que esta actividad se repite en los campamentos de la FAAM y porqué los participantes están deseando que llegue el momento de subir al velero.

Asimismo, la relajación es otro de esas sensaciones que invaden a los jóvenes desde que ponen el pie en el barco, cerrar los ojos y respirar es algo que se repitió durante la mañana en varias ocasiones. Junto a estos beneficios, desde la asociación Psiconáutica señalan otras como su contribución a potenciar relaciones interpersonales, la activación emocional que produce en los participantes, el fomento de la amistad e incluso su influencia sobre la mejora de la autoestima y autocontrol.

Declaración de amor

Iván Gómez aprovechó ese mágico entorno que se genera con un paseo en velero, para acompañado de la música de Titanic, declararle su amor a su novia Anais, en quien asegura que ha encontrado a «la mujer de mi vida», desde que comenzó este campamento.

Como explica Javier Collado, uno de los monitores del campamento, todo comenzó a fraguarse el jueves. «Estuvimos planeando como sería e hicimos anillos y una pulsera de arcilla para el enlace, porque quería pedirle que se casara con él», explicó Javier Collado, y pese a que el jueves por la noche tuvo lugar la declaración de amor, en la mañana de ayer, en un velero, navegando por el Mediterráneo, volvió a realizar la proposición, ya que el entorno lo merecía. Una proposición que, por cierto, no podía por menos que recibir el sí quiero. «Me encantan los barcos y me gustaría el día que me case poder celebrarlo a bordo de un barco», explicó Iván.

En esta línea, acompañando y cuidando de todos estos jóvenes estuvieron ayer cuatro de los voluntarios que este año están participando en este campamento de la FAAM.

Ayuda desinteresada

Cuatro personas que entregan su tiempo, sus energías y su alma de manera desinteresada y que ayer también disfrutaron de esta experiencia. Uno de esas personas es Miguel Ángel Chacón, un joven almeriense titulado en Psicología por la UAL y que lleva dos años participando como voluntario en el campamento de FAAM. «Siempre me ha gustado trabajar con personas con diversidad funcional y he de decir que ellos me enseñan a mí más de lo que yo a ellos», señaló Chacón, quien también explicó que su madre «ha trabajado siempre con gente con diversidad funcional y desde pequeño he estado muy relacionado con ellos. Es de ahí de donde creo que me viene mi vocación de trabajar con ellos. De hecho, me gustaría dedicarme a esto porque creo que tienen más capacidades de las que creemos y que es posible sacar mucho más de ellos. El día de mañana me gustaría poder hacerlo».

Por su parte, Javier Collado, recién graduado en Trabajo Social por la Universidad de Almería, señaló que quiso participar como monitor voluntario en este campamento para acercarse de una manera más directa al trabajo con personas con diversidad funcional. «Por desgracia, durante la carrera no me había podido acercar a la dependencia de manera directa y con este campamento he tenido esa oportunidad», explicó Collado, quien añade que «la experiencia ha sido muy satisfactoria e intensa y volveré el año próximo si me dejan, porque es cierto que es mucho trabajo, pero ellos te recompensan con todo su cariño». En esta línea, este joven comenzó su etapa universitaria queriendo hacer Derecho, sin embargo, tras matricularse en Trabajo Social se dio cuenta que esa era su carrera y su vida. «Ahora voy a hacer un máster en recursos humanos, pero el mundo de la dependencia también me atrae y no descarto dedicarme profesionalmente a él».

Del relax al movimiento

Y si la jornada mañanera estuvo dedicada a disfrutar del mar y relajarse, la última noche de campamento no podía contar si no con una fiesta de despedida, repleta de juegos de animación y concursos, para que los jóvenes participantes finalizaran esta experiencia con un gran sabor de boca.

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