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José Guerrero (PCA), Laudelino Gil (PSA) y Santiago Martínez Cabrejas (PSOE) en el año 1979.
Gobernar sin mayoría, el arte del diálogo

Gobernar sin mayoría, el arte del diálogo

De los nueve gobiernos locales de la capital surgidos en democracia, sólo tres lo han sido con mayorías absolutas. El más plural, con tres partidos, fue el primero, en 1979. Ahora la historia se repite

Miguel Cárceles

Lunes, 1 de junio 2015, 01:46

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Probablemente fuera la madrugada más larga, la más tensa, la más emocionante de entre las noches políticas almerienses, la del 19 de abril de 1979. Todo estaba en vilo. Y si no había acuerdo in extremis, la UCD de Fausto Romero se haría cargo del primer ayuntamiento democrático gracias a su mayoría simple. Fue a ultimísima hora, al borde de la investidura, manteniendo el suspense hasta que la hora se acercaba a una cita con la historia, cuando se conocía que el primer alcalde democrático de la Almería de la Transición iba a ser el socialista Santiago Martínez Cabrejas. Tenía diez escaños, uno menos que la UCD de Romero y Adolfo Suárez. Pero la suma de las fuerzas de izquierda (el PCA de José Guerrero y el PSA de Laudelino Gil) le otorgaba una amplia y arrolladora mayoría.

Es escenario político era bien diferente: acababa de llegar la democracia. Los acuerdos más dispares eran factibles porque nadie se levantaba de la mesa hasta que cada uno cedía un poco y ¡zas!, llegaba el acuerdo. No llegó a fraguarse el plan 'B', por el que la UCD propuso a Laudelino Gil, líder de los andalucistas, que fuera alcalde con su apoyo a cambio de que comunistas y socialistas no entraran en sus despachos. Y pese a todo, hasta los conservadores tomaron parte de las decisiones más trascendentales.

La inmensa mayoría de las decisiones se tomaban por unanimidad, sin necesidad siquiera de hacer uso del pacto de caballeros -no había ninguna mujer en la Corporación-. La Feria la organizaba una comisión cuatripartita en la que cada partido proponía una actividad, un artista o un elemento para la fiesta. Y entre todos -también la oposición- se construía el nuevo edificio democrático.

El escenario de aquel 1979 puede volverse a repetir ahora. Cuatro grupos, ninguno con mayoría absoluta, y sumas que permiten dibujar y desdibujar una decena de posibilidades. Desde un gobierno de pacto bipartito a una coalición tripartita de centro-izquierda a un gobierno minoritario encabezado por el PP o por el PSOE si consiguiera, cuanto menos, un apoyo a la investidura. En Almería, de nueve gobiernos municipales democráticos, solo tres lo fueron con mayoría absoluta. El resto (seis) lo fueron gracias a pactos entre fuerzas (cuatro) o a inestables mayorías simples con pactos puntuales (dos).

La ley es taxativa. Y si un acuerdo entre fuerzas no alcanza la mayoría absoluta, el alcalde es el cabeza de lista de la fuerza con más votos. Esto le otorga a Luis Rogelio Rodríguez-Comendador una ventaja de partida. Solo un pacto de todos contra él le impedirá tener la alcaldía. Es el plus del vencedor, el que permitió que en 1987 Santiago Martínez Cabrejas volviera a obtener el bastón de mando por tercera vez. O el que aupó a Fernando Martínez en 1991 a los despachos de la Plaza Vieja. Han sido los dos únicos gobiernos en minoría en el Ayuntamiento, que si bien en teoría pueden ser los más democráticos, por obligar a negociaciones constantes con la oposición, son los que provocan más tensiones. Por ejemplo, entre 1991 y 1995, el PSOE de Fernando Martínez tuvo que prorrogar en dos ocasiones los presupuestos del año anterior al no contar con el visto bueno del plenario municipal. Un pacto puntual in extremis permitió unos nuevos gracias al apoyo de la andalucista Cristina Álvarez Secades y su grupo, de dos ediles. En la anterior Corporación, Santiago Martínez Cabrejas conseguía sacar adelante sus medidas gracias a acuerdos puntuales con IU o con el CDS de Fernando Cabezón -que cuatro años después encabezaría el cartel del PP- o de su sucesora Margarita Cano.

«Yo ya he gobernado en minoría en la Diputación», ha defendido esta semana el alcalde en funciones y candidato a la reelección, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador (PP). Sin embargo, no ha tenido que hacerlo en la capital. Ha sido presidente de la Corporación durante los últimos doce años gracias a dos mandatos de gobierno en coalición con el Grupo Independiente por Almería (Gial, la formación que fundara y disolviera Juan Megino), y uno con mayoría absoluta.

De los dos pactos con Megino (2003-2007 y 2007-2011), el primero fue el más duro de asumir por el pez grande, el PP. En esas negociaciones, el candidato independiente condicionó el apoyo a la formación de la cual se había ido por desavenencias internas a ser nombrado presidente del Comité Organizador de los XV Juegos Mediterráneos Almería 2005. Esto obligó a cambiar los estatutos del Comité Organizador para que pudiera ser presidido por alguien distinto al alcalde de Almería. Y ello le otorgó una enorme relevancia mediática al exregidor.

El otro gobierno de pacto fue el justamente anterior. Tras la mayoría absoluta del PP de Juan Megino, el PSOE vuelve a optar por Santiago Martínez Cabrejas para la Alcaldía. Y pese a no ganar las elecciones -las ganó Megino con el mismo número de escaños que el obtenido por el PP el pasado domingo en la capital- un pacto del PSOE con IU a nivel autonómico por el cual se establecían gobiernos de coalición allá donde fuera posible posibilitó un gobierno de izquierdas, el del cambio.

Las posibilidades abiertas el pasado domingo son amplísimas, variadas, y posibilitan desde gobiernos en minoría a gobiernos en coalición, pactos de investidura y, quien sabe, hasta posibles mociones de censura posteriores en función de la marcha del mandato y de la influencia que pueda tener en la correlación de fuerzas el resultado de las elecciones generales de finales de este año. El tiempo hasta que el próximo 13 de junio se celebre el pleno de investidura de la nueva Corporación, va a ser un tiempo diálogo obligado, como es habitual en las corporaciones almerienses con la salvedad de las tres mayorías absolutas y aisladas que ha vivido en su historia electoral. De este diálogo, de estos pactos, dependerá quién se siente en los despachos del Preventorio. Y de esa cara, uno de los mandatos más plurales de Almería.

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