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Saeta en la calle de la Almedina, al paso de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto.
Una salida procesional de manual

Una salida procesional de manual

La hermandad universitaria inició su desfile procesional desde la Catedral de una manera brillante

JOSÉ LEYVA

Jueves, 2 de abril 2015, 17:37

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Todos los años me pasa lo mismo cuando va a salir la Hermandad de Estudiantes y siempre comprendo mi equivocación conforme las manecillas del reloj de la torre de la Catedral se acercan a las ocho de la tarde. Y es que, tras la salida de la primera de las hermandades del Miércoles Santo, la plaza de la Catedral se queda cuasi vacía. Los pocos almerienses que permanecen en ella se colocan formando el pasillo por el que va a discurrir Estudiantes y poco más. «Qué poquita gente», pienso. Pero, como les digo, conforme se van acercando las ocho, la plaza vuelve a ser una marea humana de almerienses que anhelan la salida de la hermandad y el privilegio de volver a ver a sus imágenes titulares señoreando por Almería.

Faltaban cinco minutos para la hora marcada y la Agrupación Musical Nuestra Señora del Mar subió en pasacalles por la calle Cubo para plantarse en medio de la plaza, casi a las puertas del Hotel Catedral a esperar el momento de incorporarse al cortejo y, con sus sones, se me volvió a despertar el gusanillo cofrade. Ese que te eriza la piel y multiplica las sensaciones para que, cada Semana Santa, sea única e inolvidable.

Entonces se abrieron las puertas del primer templo de la Diócesis y la Cruz de Guía de madera con apliques en plata de Estudiantes pisó el mármol de la calle. La seguían decenas de nazarenos de túnica blanca y antifaz verde que salpicaban la plaza de tan hermoso color asomando sus capirotes por encima de las cabezas de la gente. El Senatus y el guión universitario entre otras insignias, representación de nuestra universidad y los primeros ciriales, los del misterio, que me llamaron poderosamente la atención. Han sido restaurados este año y, con la pértiga forrada en verde y oro y el cuerpo labrado en oro y plata, brillaban de una manera especial. Ya les digo, tanto como para llamarme la atención significativamente.

A continuación se presentó en la puerta de la Catedral el primero de los pasos de Estudiantes, el misterio de la Oración en el Huerto, el paso en el que procesiona el Maestro, El Señor de la Oración que, este año, cumple setenta años entre nosotros. El paso iba originalmente exornado con un arreglo floral de flores silvestres tan singular como bello. Luego, Miguel Ángel Plaza, el capataz del paso de misterio, mandó a su cuadrilla salir a la calle y, con delicadeza, pusieron al Señor de la Oración al calor de Almería que lo recibió con un cariñoso aplauso.

Nuestra Señora del Mar tocó el himno y luego la primera marcha, que la cuadrilla aprovechó para terminar de salir a la plaza y comenzar la revirá para encarar la calle General Castaños. Y, como no podía ser de otra manera cuando los corazones que pasean al Maestro están cuajados de devoción y arte, con un paso picaíto y luego andando de largo, sacaron el paso de la plaza poniendo sobre las losas el primer derroche de torería costalera.

Mientras que el Misterio de la Oración en el Huerto se alejaba en busca del Convento de Las Puras, del interior de la Catedral volvieron a salir decenas de verdes penitentes y un considerable número de mantillas, característica de la hermandad universitaria, como cortejo de la Reina y Señora de la Esperanza. Salió la presidencia, una abultada presidencia comprensible desde el momento en que uno es consciente de la cantidad de asociaciones y colectivos que tienen vinculación con la Hermandad y con la Esperanza, y los plateados ciriales de este segundo tramo anunciaron la llegada del paso de palio sobre el que la Reina del Miércoles Santo bendice a Almería.

Aún dentro de la Catedral, bajo la marquesina de madera, el llamador del paso sonó y, con él, la voz de Antonio Andrés Díaz Cantón que dirigió a su cuadrilla para salir a la calle. De la marquesina al dintel y del dintel a la plaza. La Esperanza estaba ansiosa por reencontrarse con su pueblo y su cuadrilla no se entretuvo. Avanzando de frente y por derecho, con las llamás cortitas y los costeros bien fuertes, la Esperanza salió a la calle y llegó el delirio. Los gritos de Esperanza guapa se repitieron en varias ocasiones y hasta las palomas que anidan en la plaza de la Catedral revolotearon alrededor del paso de palio para darle la bienvenida a la Madre.

Con la piel aun erizada de la emoción por ver salir a la Esperanza a la calle, y con la pena de que la leve brisa que ayer sopló en la ciudad apagara gran parte de los candelabros de la candelería del paso de palio, la Esperanza volvió a levantar al cielo y, a los sones de la marcha Virgen de los Estudiantes, se alejó de la fachada principal de la Catedral para revirar, encarar la calle General Castaños, y marcharse a ver a sus hermanas de la Purísima Concepción antes de continuar con su recorrido para repartir Esperanza por la ciudad de Almería.

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