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Un grupo de mujeres fotografía el paso de palio de Nuestra Señora de Fe y Caridad por la calle Mariana.
El Evangelio según Ricardos

El Evangelio según Ricardos

El tránsito de la Hermandad de la Cena por la primera calle de su recorrido es toda una catequesis de amor y sacrificio

JOSÉ LEYVA

Lunes, 30 de marzo 2015, 01:07

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Después de dos años siendo arrastrado por la bulla que, inevitablemente, se arremolinaba frente al paso de misterio de la Santa Cena a su salida por la calle Ricardos, este año he decidido que ya estaba bien y que había que buscar un nuevo sitio desde el que disfrutar de la salida de esta hermandad desde su Sede Canónica de la Parroquia de San Pedro. Pero no se vayan a creer que me fui muy lejos, Ricardos a la salida de la Cena es una cita ineludible, así que me situé en la escalinata de la calle Padre Alfonso Torres y, desde ahí, ayer volví a disfrutar un año más de los primeros compases del cortejo de la Cena en la calle.

En ese rinconcito, atestado de gente como es de imaginar, me encontré con buenos amigos cofrades que, aparte de estar disfrutando como yo de la salida de la Cena, también estaban pendientes de sus parejas, familiares y amigos que procesionan con la hermandad. Aparte, en ese mismo lugar se encontraba un buen número de costaleros de relevo del Misterio de la Santa Cena y, entre ellos, estaba mi querido Antonio Lázaro, el accitano de nacimiento y almeriense de adopción que, desde hace unos años, es el primer costalero noruego que carga bajo el misterio de la Santa Cena. Y es que, como él mismo dice, uno es de la tierra que le da de comer. Quiera el amor de Dios que pronto pueda volver de aquellas lejanas tierras y, su patria, vuelva a ser la misma que la nuestra.

El cortejo de la Santa Cena avanzaba por Ricardos mientras que, en la puerta lateral, por fin se vieron asomar los candelabros del frontal del paso de misterio de la hermandad. A esa distancia no se escuchaba la voz de Manuel Flores, el capataz, pero la experiencia de años anteriores me trajo a la mente recuerdos de salidas anteriores y le imaginé mandando a su cuadrilla segundo a segundo para sortear con éxito las estrecheces de la puerta de San Pedro. Y lo hizo bien porque, antes de que pudiera darme cuenta, el paso ya había abandonado el interior del templo y la Banda de Cornetas y Tambores del Cautivo de Málaga ya estaba interpretando 'Marcha Real' para ligarla a la marcha 'Este es mi cuerpo', dedicada al Señor de la Santa Cena.

No me cansaré de repetirles lo impresionante que resulta ver avanzar al misterio de la Santa Cena por la céntrica calle Ricardos. La elegancia que tiene esta cuadrilla de costaleros en su manera de trabajar es perfecta para un misterio tan imponente como el de la Santa Cena. Y la combinación con la banda del Cautivo y su forma de interpretar la música es, sencillamente, inmejorable. Ricardos es todo un espectáculo de sentimiento cofrade cada tarde de Domingo de Ramos.

Una vez que el misterio de la Santa Cena superó mi posición en las escaleras de Padre Alfonso Torres, mis ojos volvieron a centrarse al final de la calle, en la puerta de la iglesia, esperando la salida del paso de palio de María santísima de Fe y Caridad, dolorosa morena salida de la gubia del artista Luis Álvarez Duarte y que, este año, ha cumplido veinticinco años de su bendición.

Petalá a Fe y Caridad

El paso de palio de Fe y Caridad superó también el dintel de la puerta de San Pedro, reviró para encarar Ricardos y comenzó a avanzar siguiendo al resto del cortejo. Emocionante fue disfrutar de la petalá que se le ofreció a la Señora y que se convirtió en lluvia de amores hacia la Señora de San Pedro.

No soy un entendido en floristería y sería incapaz de nombrarles las flores con que iba engalanado el palio de Fe y Caridad pero sí que puedo decirles que el arreglo floral que la Virgen lució ayer me pareció precioso y delicado y, como comentó mi amigo Javier Barranco, los jacintos que se mezclaban con el resto del exorno desprendían una fragancia muy profunda y agradable.

En definitiva, el tránsito de la Hermandad de la Santa Cena por la calle Ricardos resultó ser toda una catequesis en la que, con la seriedad que caracteriza a esta corporación, resultó sencillo sentir la presencia de Dios y de su Santísima Madre que, al fin y al cabo, es lo que se persigue con esta manifestación de religiosidad popular que son las procesiones de Semana Santa.

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