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Voluntarios trabajan en la nave que el Banco de Alimentos tiene en el municipio de Roquetas de Mar.
El tercer sector almeriense: menos recursos oficiales, pero más manos sensibles a la crisis

El tercer sector almeriense: menos recursos oficiales, pero más manos sensibles a la crisis

El descenso generalizado de las subvenciones contrasta con una mayor disposición particular a ayudar

Javier García Martín

Martes, 27 de enero 2015, 13:19

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Año siete de la crisis económica (u ocho, depende de cuándo se activara el contador)y el valiente tejido asociativo almeriense hace balance de lo que aquella tormenta financiera originada a kilómetros de distancia ha terminado por llevarse por delante en la más absoluta cotidianidad de la provincia.

Recientemente, el Observatorio Andaluz del Voluntariado informaba del estado de la cuestión durante 2014. Sus conclusiones confirman que al 86% de las organizaciones les ha afectado de forma significativa la crisis, al tiempo que han visto cómo sube en tasas parejas el número de voluntarios.

Hoy, la sociedad almeriense se apoya en un sólido y variado inventario de organizaciones que trabajan por distintos objetivos y con diferentes orígenes y estructuras, desde grandes oenegés internacionales con sede en la provincia hasta asociaciones locales centradas en la defensa de los derechos de sujetos muy determinados. Sin embargo, pese a esta variedad, todas las organizaciones consultadas por IDEAL para esta radiografía del Tercer Sector constatan dos tendencias que parecen contrapuestas aunque, en el fondo, no dejan de ser complementarias, consecuencia una de la otra: los apuros por la caída de los recursos económicos frente al incremento del capital voluntario.

«Asociaciones como la nuestra estamos acostumbradas a trabajar en la más absoluta precariedad», señala Antonio Fernández, vicepresidente del Grupo Ecologista Mediterráneo. Para sus gastos corrientes dependen casi en exclusiva de sus socios a excepción de campañas concretas, como Biodiversidad domesticada, donde tienen soporte de Cajamar para recuperar variedades históricas hortícolas. «Hemos tenido que ampliar los requisitos para acceder a una cuota reducida», señala. Una nueva y creciente clase de trabajadores aunque con recursos «muy limitados» comparte hoy reducción de importe con desempleados, jubilados y estudiantes.

«Nosotros hemos tenido que cerrar sedes, aunque no en Almería», recalca Antonio Ferre, responsable provincial de COLEGA. «Las entidades nacen para cubrir necesidades y llegar donde las administraciones no trabajan», recuerda. Esta entidad defiende al colectivo homosexual y transexual de la provincia ante casos de abusos. «Nos hemos visto limitados para ejecutar algunas acciones, pero el esfuerzo personal cubre la mayoría de las necesidades», afirma. La crisis tampoco ha sido indemne para grandes organizaciones como Unicef. Orientada a sensibilizar sobre los problemas de los que nunca han conocido la bonanza, también se ha visto perjudicada y ha tenido que abaratar costes o llegar a acuerdos para ahorrar. «Se ha resentido la ayuda oficial». afirma Ricardo García, presidente andaluz. «Pese a todo, en Andalucía nos mantenemos en un nivel importante de colaboración», aclara.

«Vienen con menos recursos»

El aumento de la demanda de los servicios que prestan algunas de estas organizaciones es un factor que ha crecido exponencialmente estos años. «La gente que viene a tratamiento viene cada vez con menos recursos y no puede colaborar», afirma José Salvador González, presidente de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Almería, entidad que atiende a unas 300 personas en la provincia. Es el mismo caso que FAIA, la federación de asociaciones de inmigrantes (unas treinta en la provincia), que se queja de la pobreza extrema a la que se enfrenta este colectivo. «Funcionamos solo con voluntarios y recursos propios para unas personas que no tienen ni casa y no saben cómo mantener a sus familias», lamenta su presidente, Julio Da Costa.

La Asociación Española Contra el Cáncer ha visto aumentada la demanda de atención social por parte de pacientes y familiares en un 52% desde el inicio de la crisis, informan desde la delegación almeriense. La mayor parte de ellas son, precisamente, de origen económico. «La crisis nos ha hecho reformular nuestra ayuda a varios niveles: nos hemos visto obligados a volver a tendencias asistenciales para paliar necesidades de primer orden de familias hasta ahora normalizadas», señala Luis Antonio Rodríguez, responsable de Cáritas en Almería.

Movilización como respuesta

En una reproducción de los postulados newtonianos más universales, a toda acción le sigue una reacción igual y contraria. Así, la mayoría de los colectivos han detectado que, a más crisis, más solidaridad de la gente: «a todos nos afecta de una manera u otra y nos movilizamos», afirma Rodríguez, cuya organización ha alcanzado ya unas 90 subsedes parroquiales. Sirva como ejemplo que las campañas de recogida de donaciones organizadas por el Banco de Alimentos han anotado sucesivos récords de toneladas de comida recogida en los últimos años en Almería.

En esta línea, Unicef, por ejemplo, ha pasado de 30.000 a 50.000 socios en toda la comunidad en tan solo cinco años. «A nivel privado la gente responde muy bien, hay más sensibilidad hacia los excluidos», afirman portavoces de Manos Unidas en la provincia.

Mari Carmen Murillo, coordinadora del grupo local de Amnistía Internacional, sintetiza este movimiento, tras constatar un aumento entre los socios, que ahora son más y más activos. A su juicio, el «desencanto» hacia otras instituciones con apoyos tradicionalmente elevados entre la sociedad en los años de riqueza es la clave de bóveda que explica esta cuestión. «Sobre todo los jóvenes han visto en la ONG un buen cauce para canalizar las reivindicaciones que han surgido de las situaciones dramáticas que se viven por la crisis», valora. La suya termina de dibujar un panorama, el del Tercer Sector en Almería, menguado en sus cuentas pero, quizás, más fuerte y comprometido que nunca.

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