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Antonio Ferrera, en un pase de pecho al primero de su lote.
Va por ti, maestro

Va por ti, maestro

Ureña, a centímetros de triunfar en la tierra en la que comenzó a sentirse torero | El lorquino, que pulió 'defectos' en la Escuela Taurina de José Antonio Martín, dejó detalles importantes y se llevó una oreja, como Ferrera

JUANJO AGUILERA

Jueves, 28 de agosto 2014, 00:43

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Nadie salió por la puerta grande y no por ganas. Almería fue este miércoles escenario de una corrida de esas que pueden no dejar contentos a muchos de los asistentes, pero que esconde algunas cosas interesantes. Sobre todo conceptos y actitudes de quienes este miércoles hicieron el paseíllo en el coso de la Avenida de Vilches.

Tal vez quede, seguro, el mal regusto de no haber visto una pelea justa entre toreros y toros, el 'quid' de esta fiesta, pero también tiene mérito el hecho de 'vaciar' a un toro, aunque se manso, de sacarle lo que no hay, sobre todo clase, como sucedió con los dos últimos, con ejemplo incluido que entenderán los taurinos cuando el que cerraba plaza prendió sin consecuencias a Juan del Álamo y no acometió, eso sí, por fortuna, pero no hubo codicia ni para prender ni para embestir.

Lo que sí hubo fueron detalles. Ferrera dio muestras de un toreo que no tiene que ver con el de hace pocos años. Paco Ureña enseñó que es capaz de torear profundo y de pelearse para conseguirlo en una tierra que este miércoles ofreció un homenaje, con un minuto de silencio, a grandes aficionados. Uno de ellos, José Antonio Martín puso al torero lorquino en el camino que ahora recorre. Compañero de Torres Jerez, fue integrante de aquella Escuela Taurina que llevó el nombre del maestro fallecido en noviembre del pasado año. El toreo que Ureña, su triunfo por formas que no por número de apéndices, es también el mejor homenaje a un maestro que lo fue y caló en muchos de aquellos jóvenes que se ilusionaban cada tarde en el Cortijo del Gobernador.

Álamo también dio muestras del momento que atraviesa, pero le faltó ese punto de suerte para triunfar. Su toreo de capa dejó la estela de torero importante.

Otro concepto

Puede que el paso de los años atempere actitudes y puede que no. Lo cierto es que Antonio Ferrera es otro torero. Sus conocimientos le sirven para ver los toros de otra manera distinta a la del ordinario -no de orden, sí de forma de desarrollarlo, con ciertas estridencias para los taurinos- que estilan muchos toreros, acostumbrados a llevárselo calentito, en faenas de 'microondas', cuando la mejor comida se hace a fuego lento.

El extremeño estuvo cumplidor con el capote y lucido con los palitroques, sobre todo con el tercer par, al primero de su lote. Su mejores momentos los hizo con la muleta ante un toro blando, tal vez producto de la voltereta que se dio nada más salir al albero. Ahí, Ferrera tuvo que aplicar conocimiento para llevarlo suave, sin castigos y con mucho tiempo.

Con un toreo más pausado encontró la fórmula para sacarle la faena que pedía el toro y que él quería, con una muy buena tanda, la cuarta por la derecha, en el centro del ruedo, donde compuso la faena, además de una buena de toreo al natural. En la segunda que intentó, el de Torreherberos 'no quiso tragar'.

Dicen que donde hay cenizas hubo antes fuego y el final de la faena fue la típica de antaño de Ferrera, con arrimón en la cara del toro para tratar de cerrar ganándose al público asistente, al que pudo convencer con un digno trasteo.

Con el cuarto, estuvo muy digno en el recibo, encelando a 'Ejecutivo' con ceñidas chicuelinas en la raya de picadores. No hubo nada de menos. Ferrera es de los que saben lo que quiere y lo que puede. Sobre todo lo primero, dando una exhibición en banderillas -con el retrovisor-, no solo por cómo colocarlas o dónde, comprometiéndose, sino por toda la suerte en sí, con salida decorosa, sin alharacas.

Luego, con la muleta, no tuvo toda la suerte de la que mereció adueñarse por lo hecho, aunque en esto de los toros también el poder tiene el primer paso en el querer y un Ferrera diametralmente opuesto al de su última visita, con más oficio y gusto para sacarle al cuarto toro todo el fondo que tenía, para exprimirlo, consiguió sacarlo a base de hipnotizar a 'Ejecutivo', al que estoqueó tras pinchar para pasear posteriormente una oreja.

Con mando

Gustó y se gustó Paco Ureña en el toreo de capa con el de su presentación. El lorquino, que dio sus primeros pasos en la Escuela Taurina de José Antonio Martín, dio un interesante y bello discurso con el percal, ejecutando un toreo de artista y de entendimiento, con lances a la verónica, delantales y la despedida de tres largas cordobesas a una mano difíciles de ejecutar y bien trasladadas al respetable. Lo cierto es que Ureña se empeñó en sacar faena con un toreo gustoso por el pitón derecho, pese a los avisos -hasta cinco veces se le coló- que dio el primero de Torrehandilla, un aval que dio calidad al discurso expuesto por el diestro lorquino.

Ureña aguantó por ambos pitones, ante la protesta del animal, que no le quitaba ojo y que terminó por enseñar su mansedumbre. Sin embargo, hubo toreo templado y profundo, tanto por el pitón derecho, por el que enseñó sus 'defectos', como al natural, pese a que el animal comenzó a 'echar el freno', a pararse y darle más realce a una faena cerrada en las cercanías.

Una buena faena no se construye solo y exclusivamente por la brillantez de una buena tanda de muletazos que generalmente tiene el reflejo del triunfo cuando los ejecutores son los considerados figuras. Las actitud también da triunfos, que no siempre se reflejan paseando los despojos de los que hablaba Curro Romero. Eso de que no hay quinto malo no se dio este miércoles en Almería. Se peleó con el sexto por ser el de menos clase. Aún así, Ureña lo intentó, con un toreo profundo y hondo en la ejecución, con buenos pasajes por el pitón derecho y pocas cosas que exprimir por el izquierdo. El desacierto con los aceros le impidió salir por la puerta grande del coso almeriense.

Sin fortuna

Juan del Álamo fue, tal vez, el que mejor maneó el percal en la tarde de este miércoles, en la plaza de toros de Almería. El diestro nacido en Ciudad Rodrigo recibió a su primero con ceñidas y bien trazadas verónicas, rematadas con dos medias muy bien ejecutadas en el centro del ruedo, además de lucirse galleando por chicuelinas para llevar al toro al caballo.

Tuvo un buen inicio de faena, pero mal final porque el animal en suerte no le concedió ni un motivo para soñar con el triunfo. Fue de más a menos, impidiendo que el buen inicio de faena, con una segunda tanda por el pitón derecho pulcra y profunda, llegara a buen puerto.

Faena sin emoción por la nula colaboración de Trampero, pese a lo cual sacó algunos naturales importantes, con la mano baja, al 'ralentí', pero que no consiguieron llegar al tendido.

Y si en el tercero pudo hacer algo, con el que cerraba plaza no hubo mucha más ocasión. Empeño puso en trazar buenos muletazos, pese a que el animal, sin clase, salía de los encuentros con la cara siempre alta, rechazando la pelea. Pese a todo, su actuación por el pitón derecho deja trazos de mérito en la primera tarde 'toros' de la Feria de Almería.

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