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Balonmano

Paliza sin testigos

Keymare cae en casa ante CAI Aragón ante poco más de un centenar de espectadores El choque no tuvo historia y lo único destacable fueron los 12 goles de Chispi Vázquez

VÍCTOR J. HDEZ. BRU

Domingo, 12 de abril 2009, 05:55

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Peor que un Vía Crucis está siendo la temporada para Keymare Almería. Al equipo almeriense le quedan siete estaciones antes de perder la categoría, algo que le va a suceder prácticamente con total seguridad, tras una temporada que, más que para olvidar, será para recordar, a fin de que nunca vuelva a ocurrir algo parecido.

Ayer, al margen de la imagen pobre que dio el equipo, con tan sólo tres jugadores del primer equipo en el banquillo, a pesar de que el club sólo había anunciado las bajas de Criado y Félez, lo peor estuvo en la grada, donde por muy poco se superaron los 100 espectadores, en lo que fue la peor entrada desde que el club naranja está en la Liga Asobal.

Así, prácticamente solo, con una plantilla 'capitidisminuida', con enormes problemas en todos los ámbitos, Keymare Almería se va diluyendo poco a poco en la mejor liga del mundo, sin que queden muchas esperanzas, no ya de permanencia, sino de que pueda sumar algún punto más antes de consumar el descenso.

Eso sí, a fuerza de buscar algo positivo en ese desierto de penurias y problemas, hay que hablar de Chispi Vázquez. El jugador sevillano, único refuerzo en el mercado de invierno, anotó ayer doce goles, poco menos que la mitad de los de su equipo, en un encuentro en el que el 'ex' de Palma del Río estuvo espectacular y demostró que es un jugador de Asobal y que la temporada próxima debe jugar en la máxima categoría, sea cual sea el equipo en el que milite..

Lo demás, un lamentable horror. Sin rotación por la tremenda merma de jugadores que tiene ya el equipo -ayer cuatro bajas-, con una defensa que lo pasaría muy mal en la División de Honor B y un ataque en el que el único recurso eran las acciones individuales desde la primera línea de Chispi Vázquez, la mayoría en lanzamientos, el conjunto de Gregorio Borrego volvió a dejar claro que sólo es equipo de Asobal por una errónea decisión estival y una carambola económico-burocrático-administrativa que se produjo cuando ya se preparaba para regresar a la categoría de plata del balonmano español, a la que volverá la próxima campaña.

Espejismo en la primera

La primera parte tuvo dos nombres por parte de Keymare: Chispi Vázquez y Héctor Tomás. Ambos fueron los encargados de que el choque no se rompiera hasta la recta final de ese primer período y los responsables de una reacción que cortó la abrumadora racha del equipo visitante.

CAI Aragón había salido dominador, aprovechando una defensa 'de juguete' por parte almeriense y una total desorientación e impotencia ofensiva de los de Gregorio Borrego.

En poco tiempo, menos de diez minutos, la renta visitante era ya de cinco goles (2-7) y el choque iba camino de romperse casi antes de empezar. Los almerienses daban una sensación de clara de pertenecer a otra liga muy diferente y su rival no aparentaba tener ningún tipo de piedad.

Sin embargo, entonces surgieron las dos figuras majestuosas de Chispi y Héctor Tomás. En ataque, la película era 'El Imperio contra Chispi', puesto que el sevillano se había erigido en único protagonista de la parcela atacante de los naranjas.

Chispi terminó la primera parte con siete goles y, de no haber mediado la buena actuación del meta Pablo Hernández, posiblemente hubieran sido bastantes más.

La reacción, comandada por el lanzador y el portero, murió cuando los colegiados excluyeron a dos jugadores naranjas de manera consecutiva. Entonces Keymare tuvo que jugar con cuatro elementos de pista y CAI aprovechó para volver a romper las hostilidades.

Entonces ya fue 'todo recto' para el equipo de Veroljub Kosovac, que alcanzó una renta máxima de cinco goles con la que se fue al descanso, después de que la impresión de Keymare volviera a ser tan negativa como la del arranque del encuentro.

La recta final de ese primer tiempo fue un paseo militar para los maños, que elevaron hasta los cinco goles la renta a la hora de marcharse al vestuario, momento para el que ya habían perdido a su segundo pilar, puesto que Robert Arrhenius no había pasado del calentamiento y el egipcio Zaky había caído en la primera mitad.

Un horror

Lo mejor que habría podido suceder con la segunda mitad, para todos, hubiera sido que no se jugara. Lo mejor, que CAI Aragón bajó el pistón en la recta final y evitó un resultado que hubiera sido tan justo como ofensivo, quedándose las cosas finalmente en nueve goles, maquillaje puro.

La defensa seguía siendo el auténtico 'talón de Aquiles' para los de Gregorio Borrego, que no podían con la superioridad física y técnica de su rival y ofrecían todas las facilidades del mundo.

Tampoco en ataque las cosas le iban mucho mejor, aunque en esa parcela al menos contaban con la inspiración de un Chispi Vázquez que, si bien ya no era el de la primera mitad, sí seguía siendo la opción más sólida y el único jugador local que jugaba 'de tú a tú' con el ejército maño.

Así, en cinco minutos, la 'ristra' se había ido ya a los ocho goles y cinco después se tocaba ya la barrera de los diez goles. Fue entonces cuando frenó CAI Aragón, consciente de que ya no le servía de mucho continuar agrandando el agujero.

Entonces el choque se convirtió en una lucha individual por ser el máximo anotador, entre el local Chispi Vázquez y el visitante Adrián Sifré, en el que 'se llevó el gato al agua' el primero de ellos por un tanto.

En el tramo final del encuentro, aquella 'barrera de los diez goles' se convirtió también en la 'barrera del respeto', puesto que el cuadro de Veroljub Kosovac propició que su renta no pasara de la misma.

Una semana más, la afición, cada vez más raquítica en la grada del Rafael Florido, se marchaba sin novedad y casi sin dolor. Su equipo había vuelto a estar lejos, pero muy, muy lejos del nivel mínimo exigido en Asobal.

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