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Leo controla el balón ante un jugador del Oriente.
Libertad provisional
FÚTBOL

Libertad provisional

Leo Schorr por fin puede jugar con el Pavía y demostrar su nivel: marcó cuatro goles

JUANJO AGUILERA

Sábado, 10 de noviembre 2007, 11:10

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SI la felicidad se pudiera medir, la familia Schorr sería ayer la más feliz del mundo. «Difícilmente podemos saber quien está más feliz de todos. Mi hijo está demasiado contento, esperando este momento desde hacía algunas semanas. El padre tiene que estar contento igual que el hijo. Le encanta jugar», significaba. Álex, el padre, juega a voley, su hijo, Leo, sólo podía jugar en la 'Play Station' y en los amistosos del Pavía, equipo en el que militaba casi como relleno porque no podía hacer lo que quería, que era jugar al fútbol. Desde ayer, sin embargo, el rubio Leo Schorr no es relleno. Cuando Antonio Castillo, el técnico del equipo, dijo que Leo jugaba el vestuario fue una fiesta. Leo, después del artículo publicado por IDEAL, recibió la autorización provisional para hacer lo que más le gusta: jugar al fútbol.

Y es que Leo se hace querer. «Ha elegido el fútbol», dice su padre, central de Unicaja Arukasur. «No me molesta que haya elegido el fútbol. Lo que importa es que está haciendo deporte. El deporte es saludable y que siga haciendo deporte sin importar el tipo de actividad. El va a estar más contento de la misma manera», afirmaba.

Álex también apunta que le gustan todos los deportes. «En casa, en el pasillo, siempre está con el balón jugando, pero también le gusta el voleibol, tenis En el fútbol puede ganar más dinero que en el voley. Le gusta más el fútbol y ojalá siga en el fútbol para alegría de su padre. Eso está bien», decía. Leo tiene una buena zurda que ayer sirvió para que su equipo ganara por 10-0 al Oriente.

A Leo, al que le cuesta comer, le faltó tiempo ayer para coger la bolsa y empujar a su padre para que le llevara al recinto donde tenía que disputar el partido. Hasta llegar a esa fecha, la de ayer, las semanas fueron duras. «En el momento en el que nos enteramos que no podía jugar, él se quedó muy molesto y nervioso. Tuvimos que charlar con él para que entendiera. Ahora todo está bien, él está contento y es lo que más importa», comentaba.

Leo no habló ayer, lo hizo con el balón primero y con el balón después. Jugó un partido de 40 minutos, con dos tiempos de veinte minutos, pero no paró. Sólo el tiempo que Antonio Castillo le tuvo descansando en la banda, porque Leo no paró sentado en el banquillo. Corría la banda, hacía estiramientos, miraba, dirigía, no paraba, quería estar sobre la pista para ayudar a su equipo a sumar una victoria más -la tercera consecutiva-, que le vale para estar ubicado en la segunda posición, tras el Roquetas.

Leo marcó el primero de los cuatro goles que haría en la tarde de ayer y le salió el gesto del jugador que dicen es el más grande del mundo, Ronaldinho. Es su ídolo. Levantó las manos, miró a su familia, apoyada por otro brasileño de Unicaja como Renato Adornelas. Lo ve en la 'Play'. «Ve las jugadas y cómo las conmemoran y las ha copiado para este partido», relataba.

Mientras Leo seguía jugando en el campo de césped artificial y demostrando su calidad, su padre explicaba que «ha sido muy lindo, algo muy especial. Verle jugando ahí, es algo muy bonito».

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